Las cinco respuestas de James Martin a los críticos con la pastoral LGTBI en la Iglesia

De cara al Sínodo de la Sinodalidad, el jesuita rebate los argumentos de quienes rechazaron de plano la cuestión de la homosexualidad

El cardenal Müller y James Martin

Se acerca la segunda sesión del Sínodo sobre Sinodalidad y uno de sus delegados, el jesuita estadounidense James Martin ya ha concluido su fase de escucha y tras un discernimiento ha respondido a lo que algunos de los padres sinodales han definido como “cuestiones LGBTQ”. Su respuesta a los más críticos, con su “oposición” e, incluso, “ira”. En un amplio artículo responde a quienes se dirigieron a esos cristianos empleando palabras como “repugnante”, “repulsivo”, “antinatural”, “ideología occidental” y “enfermo” –si bien, aclara, otros muchos trabajaron para que el tema pastoral entrara en la agenda–. Tras un proceso de “tender puentes” escuchando a los más críticos, Martin afronta en cinco apartados su respuesta.



1. Las cuestiones LGBTQ son una ideología 

“Este argumento es una creencia firmemente arraigada entre muchos líderes eclesiásticos y delegados sinodales”, explica Martin. Para ellos, “cualquier debate sobre estas cuestiones –incluso las experiencias vividas por los católicos LGBTQ– era doblegarse ante una ideología peligrosa”. Ante esto, destaca el jesuita “la gran mayoría de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales te dirán que no responden a ideas, sino a sus propias experiencias”.  

Martin señala que “en general, los psiquiatras, psicólogos, médicos, biólogos, científicos sociales y, sobre todo, las propias personas LGBTQ te dirán que no responden tanto a ideas como a experiencias profundamente sentidas. Para gays, lesbianas y bisexuales, ésta es la forma en que sienten que han sido creados, no el resultado de un asentimiento intelectual”.

2. Es el resultado del colonialismo

“Esto nunca existió en nuestro país, me dijo un obispo” señala comentando que para muchos es un “visitante no bienvenido” de Occidente, algo propio de “los gobiernos y las dictaduras que apoyan las políticas homófobas”.  Esto, denuncia, implica que “quienes tienen experiencia en el ministerio pastoral con personas LGBTQ pueden querer animar a otros a escuchar a las personas LGBTQ, pero temen ser vistos como colonialistas”. Todo ello cuando en realidad algunas leyes “antisodomía” son fruto de los colonizadores

Contrasta para Martin que algunos de los críticos abran el debate sobre la poligamia como algo natural frente lo “antinatural” de la homosexualidad. “Sin embargo, como señalan muchos estudiosos, la homosexualidad ha formado parte de muchas culturas antiguas no occidentales, anteriores a la era del colonialismo”, explica el jesuita.

3. Es una preocupación occidental

Ante el “en mi país, los homosexuales no son un problema”, Martin denuncia prácticas de silenciamiento o crueldad como la “‘violación correctiva’, en la que se viola a las lesbianas para ‘curarlas’”. Es más, apunta que “en decenas de países se puede ser encarcelado por mantener relaciones homosexuales o defender los derechos LGBTQ. En siete países pueden ejecutarte. Abundan los casos de personas LGBTQ que huyen de sus países por miedo; a veces esa persecución les sigue hasta los campos de refugiados.  Para estas personas, y por tanto para sus países y la Iglesia, es un problema muy importante”.

El papa Francisco, en audiencia con el jesuita James Martin

4. Las personas LGBTQ se oponen a las enseñanzas de la Iglesia

Para el jesuita “no cabe duda de que hay personas LGBTQ que se oponen a la doctrina de la Iglesia, que mantienen relaciones homosexuales y que están casadas con personas del mismo sexo. Pero la oposición entre algunos líderes católicos es más fuerte, más visceral, que el miedo a parecer que aprueban la oposición a la enseñanza de la Iglesia”, señala.

A quienes su discurso bíblico hecho, invita “a la gente a pensar en el joven, tal vez de 15 o 16 años, que no tiene ningún tipo de relación, ni piensa casarse pronto, pero que se siente marginado por su Iglesia. O en la lesbiana que sufre los horrores de la ‘violación correctiva’. O el gay que sufre en un campo de refugiados o en la cárcel. ¿A qué enseñanza de la Iglesia se oponen estas personas?”, se pregunta. Para Martin “escuchar las historias de las personas LGBTQ no significa automáticamente rechazar la enseñanza de la Iglesia”.

5. Las personas LGBTQ odian a la Iglesia

“La naturaleza humana hace que sea más difícil trabajar con personas que te demonizan, algo que las personas LGBTQ entienden”, constata Martin ante que se de voz siempre a los críticos. “Una respuesta a esto es invitar a la gente a entender que muchas personas LGBTQ (muchas de las cuales no son católicas) están respondiendo a lo que consideran comentarios homófobos de los líderes de la iglesia, y también recordar que estos manifestantes no representan a la gran mayoría de los católicos LGBTQ que simplemente quieren saber que Dios les ama, que Jesús está con ellos, que el Espíritu Santo enriquece sus vidas y que la iglesia es su hogar. También es importante que las personas LGBTQ sepan lo contraproducentes que pueden ser los comentarios de odio si se quiere dialogar con los líderes de la Iglesia”.

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