Los pueblos indígenas claman “al cielo y a la tierra: nuestros cuerpos y territorios no se negocian, no se violan, no se matan”

  • La III Caravana por la Ecología Integral, tras su paso por Madrid y antes de ir a Cáceres, llega hoy a Bilbao y Valladolid
  • Según la ONU, un líder indígena es asesinado cada día: “El mundo se desmorona y está al borde del caos”
  • “Antes de venir aquí, han dado mi nombre y han anunciado que quemarán mi casa conmigo dentro”
  • “Diez millones de peruanos tienen metales pesados en su organismo; en Puno, el 58% de la gente está afectada por esta contaminación”

Caravana Ecológica, acto en Madrid. Foto Laura Daniele

La III Caravana por la Ecología Integral, que del 16 al 21 de septiembre recorre varias ciudades españolas, llega hoy a Bilbao, donde visitará el Centro Arrupe Etxea y se encontrará con el obispo, Joseba Segura; y a Valladolid, para participar en un encuentro con el Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad pucelana y reunirse con el arzobispo, Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal.



Tras estar ayer en Madrid, en la Conferencia Episcopal Española y en la sede de la Plataforma de Empresas Responsables, mañana irán también a Cáceres. A partir del día 21 saldrán fuera y los líderes sociales latinoamericanos que componen el grupo recorrerán otros cinco países europeos: Bélgica, Francia, Italia (incluida una visita al Vaticano), Austria, Alemania.

Caravana Ecológica, acto en Madrid. Foto Laura Daniele

Trabajo en red

Esta tercera edición la organizan la Red Iglesias y Minería, el Consejo Indigenista Misionero y la REPAM, contando con el apoyo en España de la Enlázate por la Justicia, conformada por Cáritas, Cedis, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas y REDES, que a su vez engloba a decenas de entidades católicas.
Para trasladar aquí “el clamor de la tierra” y denunciar la “injusticia ecológica”, conforman la caravana líderes sociales de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Perú que acompañan a pueblos afectados por el extractivismo y la minería.

En este sentido, uno de los testimonios más impactantes es el de la peruana Gladis Montesinos, religiosa carmelita que, desde hace tres años, ha hecho un paréntesis en su vida comunitaria y encarna su vocación como religiosa viviendo como una más con el pueblo indígena tsimane en el departamento de Beni, en Bolivia. Fruto de tal entrega en pueblo amenazado por grandes intereses empresariales, da “las gracias a los que se ponen del lado de la vida y la justicia”.

Puesto que “defender la vida requiere de acciones concretas en los territorios”, así como “tener una mirada distinta, desde dentro, conociendo la realidad”, Montesinos es consciente de que esto es “un reto para la Iglesia, que debe tener claro que no solo se trata de visitar a estas personas, sino de acompañarlas tal y como son, respetando su identidad, y mantener aquí una presencia real”.

Gladis Motesinos,, activista boliviana. Foto: Laura Daniele

Derechos vulnerados

Pero también debería ser un compromiso para los gobiernos… Lo que no sucede, pues, pese a que las autoridades locales deberían preservar la dignidad de todos sus ciudadanos, es un hecho que en su territorio, en el municipio de San Borja, en Yacuma, “muchos sufren abusos y ven vulnerados sus derechos por el impacto de la minería y la deforestación”.
Por ello, “todos los pueblos amazónicos están de luto, pues se mata a las personas y a la diversidad del entorno que ellas sienten parte de sí mismas”. De ahí que “clame al cielo y a la tierra el grito de los pobres ante una evidente injusticia”.

Otra realidad es que quienes deciden comprometerse en esta lucha “deben ser conscientes de que pagamos un precio por ello: ser amenazados, sufrir la violencia y, en algunos casos, ser asesinados. Esto lo sabemos, pero es un desafío para la Iglesia de hoy”.

Con todo, lo mejor es “apostar por el trabajo en red, en un compromiso que va más allá de la política y que debe buscar que se conozca fuera esta realidad y, desde esa visibilidad, concienciar a todos los ciudadanos”. Eso sí, siempre desde la certeza de que “los propios pueblos son los protagonistas de su lucha”. A través del acompañamiento, a su lado, urge clamar lo siguiente: “Nuestros cuerpos y territorios no se negocian, no se violan, no se matan”.

Gobiernos genocidas y etnicidas

Pero, tristemente, eso ocurre a diario (según la ONU, un líder indígena es asesinado cada día). Y hay que mirar en primer lugar a “gobiernos genocidas y etnicidas. Ellos amenazan la vida. Toda la vida del planeta está en juego. El mundo se desmorona y está al borde del caos”.

Pero, como reitera la religiosa boliviana, aún se está a tiempo de pararlo: “Hay que implementar acciones concretas y respetar que la diversidad es algo sagrado para estos pueblos, amenazados cada día”. Como lo está ella: “Antes de venir aquí, han dado mi nombre y han anunciado que quemarán mi casa conmigo dentro. Mi obispo ha salido a defenderme, aunque me entristece pensar que algunos crean que, por haber venido aquí, estoy huyendo”.

Algo muy lejos de su compromiso, que es inexpugnable: “Ojalá todos podamos corazonar y amazonizarnos… Estamos a tiempo, todos, de poner en marcha una alianza a favor de la vida”.

Vito Calderón, activista peruano. Foto: Laura Daniele

Ya no llueve…

Otros testimonio que remueve conciencias en la III Caravana por la Ecología Integral es del peruano Vito Calderón, comunicador social aimara que acompaña a las comunidades campesinas quechuas y aimaras de la región de Puno. Tal y como ilustra, “antes, las temperaturas y precipitaciones eran las propias de cada estación. Pero, ahora, todo se ha alterado y ya no sabemos cuándo lloverá o nevará, lo que marca nuestras cosechas”.

De ahí que, a nivel comunitario, “emerja la pregunta: ¿qué ha pasado? Y es que, si nunca hemos dejado de respetar y amar la naturaleza, ¿por qué ella ahora se muestra indiferente con nosotros y no nos regala su agua como antes? ¿Qué hemos hecho mal?”. Aunque tampoco tienen que ir muy lejos para encontrar una respuesta: “Lo que ha cambiado es la presencia de las empresas mineras y extractivas. Ellas prometen desarrollo, pero solo traen más problemas, más contaminación”.

Y no es una forma de hablar… “Diez millones de peruanos están expuestos a esta contaminación y tienen metales pesados en su organismo. En la región de Puno, el 58% de la gente está afectada por este mal, pero los gobiernos se limitan a dar aspirinas y a no hacer nada ante una evidencia: nuestras aguas y tierras están contaminadas.
Lo que explica la indignación de Calderón: “Nos hablan de la ‘transición energética’ y nos dicen que se promueven las ‘aguas limpias’… Pero el litio y el urano, que ahora promueven algunos, son los culpables de esta situación entre mi gente”.

Contra la cultura andina

Algo que perciben de un modo simbólico: “Amenazan la cultura andina, no solo a las personas. Para recoger el litio, el proyecto es destruir el mayor glaciar del mundo, que está en nuestra región. Y, para hacerse con el urano, que está sobre nuestras ancestrales pinturas rupestres, estas deberían ser también destruidas… ¿Es este el ‘desarrollo’ que nos prometen? ¿De verdad no hay otras alternativas? Como no estamos de acuerdo y nos defendemos, ¿nos merecemos que nos llamen ‘antidesarrollo’ y ‘terroristas’? Es tan fácil como que creemos que hay otras visiones de desarrollo que están en armonía con la madre tierra”.

Fotos: Enlázate por la Justicia.

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