Las declaraciones de un obispo lefebvrista negando la ‘shoah’ empañan aún más el gesto de Benedicto XVI
El miércoles 28 de enero, Joseph Ratzinger, al finalizar su catequesis de la audiencia general en el Aula Pablo VI, comentó de este modo su reciente decisión: “Cumpliendo el servicio a la unidad que califica de modo específico mi ministerio como Sucesor de Pedro, he decidido, hace algunos días, conceder la remisión de la excomunión en la que habían incurrido cuatro obispos ordenados en 1988 por monseñor Lefebvre sin mandato pontificio. He cumplido este gesto de paterna misericordia porque repetidamente estos prelados me han manifestado su vivo sufrimiento por la situación en que se encontraban. Deseo que este gesto mío sea seguido por su atento compromiso de dar los ulteriores pasos necesarios para realizar la plena comunión con la Iglesia, testimoniando así auténtica fidelidad y auténtico reconocimiento del magisterio y de la autoridad del Papa y del Concilio Vaticano II”.
“Cruel matanza”
En una posterior “comunicación” a los fieles que le escuchaban personalmente y a los que les llegaría su palabra a través de los medios de comunicación, añadió este comentario: “En estos días en los que recordamos la shoah, me vienen a la memoria las imágenes recogidas en mis diversas visitas a Auschwitz, uno de los lager en los que se ha consumado la cruel matanza de millones de hebreos, víctimas inocentes de un ciego odio racial y religioso. Mientras renuevo con afecto la expresión de mi plena e indiscutible solidaridad con nuestros hermanos destinatarios de la Primera Alianza, deseo que la memoria de la shoah lleve a la humanidad a reflexionar sobre la imprevisible potencia del mal cuando conquista el corazón del hombre. La shoah sea para todos un aviso contra el olvido, contra la negación o el reduccionismo porque la violencia cometida contra un solo ser humano es violencia contra todos. Ningún hombre es una isla, ha escrito un poeta. La shoah enseñe especialmente tanto a las viejas como a las generaciones jóvenes que sólo el fatigoso camino de la escucha y del diálogo, del amor y del perdón conduce a los pueblos, las culturas y las religiones del mundo al deseado horizonte de la fraternidad y de la paz en la verdad. ¡Nunca más la violencia humille la dignidad del hombre!”.
Estas declaraciones (que no suponen ninguna novedad en el pensamiento de este Papa ni de sus predecesores) se habían hecho necesarias ante las exasperadas reacciones que había suscitado en muchos ambientes del mundo judío la suposición -inexacta- de que el perdón de Benedicto XVI llevaba consigo una aceptación del negacionismo, manifestado (en el pasado y a una televisión sueca de escasa audiencia) por el ya citado monseñor lefebvrista.
Deseando aclaraciones
Otros exponentes judíos habían reaccionado con no menor violencia. El rabino norteamericano David Rosen, conocido, por otra parte, por su voluntad conciliadora, había acusado a la Iglesia católica de “estar contaminada” con afirmaciones antisemitas. El Gran Rabino de Roma, Riccardo di Segni, declaraba el martes 27 al Corriere della Sera: “El problema no es la suspensión de la excomunión, en la que no debemos entrar, sino el espacio y la dignidad que se da, no a un individuo negacionista, sino a un movimiento que sobre el tema teológico que se refiere a los judíos no acepta las posiciones del Concilio”. En el mismo periódico italiano, el embajador de Israel ante la Santa Sede, Mordechay Lewy, afirmaba, antes de que el Papa hablase: “Esperamos que de la Santa Sede, al más alto nivel, se produzca una aclaración dirigida tanto a dentro como a fuera de la Iglesia”. El miércoles por la tarde el diplomático declaraba: “Estoy muy contento con esta declaración de tan alto nivel por parte de la Santa Sede, que aclara muchas cosas y ayuda a superar los equívocos. Pienso que sería un error ahora personalizar todo este asunto concentrándose sobre un solo obispo”.
Para poner punto final a este largo excursus sobre las reacciones a la decisión del Papa, valen las palabras del director de la Sala de Prensa vaticana: “Benedicto XVI no sólo ha condenado toda forma de olvido o negación de la tragedia del exterminio de seis millones de judíos, sino que ha recordado los dramáticos interrogantes que estos acontecimientos plantean a la conciencia de todos los hombres y de todos los creyentes”. “Quien niega el hecho de la shoah -añadía el padre Federico Lombardi-, no sabe nada del misterio de Dios ni de la cruz de Cristo. La negación es mucho más grave si viene de la boca de un sacerdote o de un obispo”.
SATISFACCIÓN POR EL NOMBRAMIENTO DE KIRILL
De todos los candidatos cuyos nombres se habían barajado en las vísperas del “cónclave”, el del elegido es el que suscitaba en Roma mayores esperanzas por su larga experiencia en el campo del diálogo ecuménico y por sus magníficas relaciones personales con personalidades católicas de relieve, comenzando por el cardenal Walter Kasper. “Pienso que este Patriarcado marcará un proseguir en la apertura al diálogo con la Iglesia católica”, ha declarado el nuncio apostólico en la Federación Rusa, monseñor Antonio Mennini.
En el nº 2.647 de Vida Nueva.