Labor de mediación
El contexto en el que el P. Zuppi, o Don Matteo, como le dicen todos, explica la labor de la Comunidad de San Egidio prueba que sus palabras no están huecas de significado. Su despacho está forrado por estanterías repletas de libros en varios idiomas y que tratan tanto de religión como de política internacional. En la cálida mesita donde recibe a los que le requieren sin cesar, descansa la tarjeta de visita de la última persona que le pidió una entrevista: un estudioso del norte de Europa. En la sala contigua esperan su turno para hablar con él varios sacerdotes recién llegados de la R. D. del Congo. Quieren solicitar a la Comunidad que medie en uno de los sangrientos conflictos que desangran a su país. Impacientes también por hablar con él, varios pobres aguardan a que el sacerdote les proporcione la ayuda que, todos los días, este movimiento ofrece a los más desfavorecidos. Mientras atiende a unos y a otros, no cesan de sonar los teléfonos de su despacho y su móvil. Todo el mundo quiere hablar con Don Matteo.
La mediación de la Comunidad de San Egidio llega la mayoría de las veces por medio de una petición, bien de las Iglesias locales o de individuos o asociaciones que buscan la paz para sus regiones en conflicto. “Nosotros intentamos hablar con todos”. Una de estas solicitudes arribó a la “ONU del Trastévere” desde las diócesis del País Vasco, empeñadas desde hace décadas en acabar con el cáncer del terrorismo etarra. “Siempre mantuvimos un hilo de diálogo. El hecho de que, al final, ETA decidiera romper la tregua supuso un dolor para nosotros y la asunción de que habíamos perdido una oportunidad. Desde entonces no hemos recibido ninguna solicitud para mediar. Ahora, la situación se ha deteriorado y no pienso que haya espacio para el diálogo”, cuenta Don Matteo.
Volcados en el hombre
La crisis económica ha multiplicado las peticiones de ayuda. Italianos que antes llegaban a duras penas a final de mes deben ahora acudir a la Comunidad para salir adelante. Igual les sucede a los inmigrantes, vilipendiados por el Gobierno de Silvio Berlusconi y defendidos con ahínco por este movimiento laical. “La presencia de extranjeros en Italia es muy positiva. La gente dice ahora que los inmigrantes les han robado el trabajo, lo que es totalmente erróneo ya que los estudios muestran justo lo contrario. La inmigración es un motivo de esperanza para un país”, explica Don Matteo. Junto a la revista Famiglia Cristiana y al arzobispo Marchetto, secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, San Egidio es la punta de lanza de la crítica que la Iglesia está haciendo desde Roma a las duras políticas migratorias de los países europeos. “Es una mezcla entre ignorancia y cerrazón. En Italia es una vergüenza lo que está pasando con los gitanos. De la crisis económica no salimos cerrándonos, sino abriéndonos y creando nuevas oportunidades”, propone Don Matteo.
Este irrefrenable deseo por dialogar ha hecho que la Comunidad de San Egidio sea un destacado interlocutor en el campo ecuménico e interreligioso. Esta vocación fue palpable en el encuentro organizado en Malta el 18 de noviembre de 2008, año en que el movimiento inició la celebración de su 40º aniversario. La reunión seguía el camino marcado por Juan Pablo II en 1986, cuando reunió en Asís a líderes de las distintas religiones para concienciarles sobre el riesgo de enfrentamiento entre las civilizaciones. El Papa apostó entonces por la convivencia y por situar a las diversas confesiones como responsables del desarrollo de la paz en sus respectivas sociedades. Estas máximas han sido hechas suyas por la Comunidad de San Egidio. El próximo encuentro tendrá lugar en la región polaca de Cracovia y llevará a los asistentes al campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau. Si no se produce un cambio en el programa, la visita tendrá lugar el 1 de septiembre, día en que se celebra el 70º aniversario de la Segunda Guerra Mundial y que, curiosamente, coincide con la fiesta de San Egidio. Para Riccardi, presidente y fundador de este movimiento, será un momento emotivo. El acudirá a Auschwitz-Birkenau, con el espíritu impulsor de la Europa unida, y también como flamante galardonado con el Premio Carlomagno, que distingue la labor desempeñada en favor de la construcción europea.
En el nº 2.659 de Vida Nueva.