Casi recuperado de su accidente doméstico en Aosta, el Papa retoma su agenda desde Castelgandolfo
El viernes 21 –afirmó una declaración del médico personal del Pontífice, Dr. Patrizio Polisca–, “en el ambulatorio médico del Palacio Apostólico de Castelgandolfo debidamente preparado, Su Santidad Benedicto XVI ha sido sometido esta mañana a la remoción del aparato de yeso y de medios sintéticos que le fueron aplicados el 17 de julio pasado en el Hospital de Aosta después de la fractura de la muñeca derecha. Ha sido efectuada –prosigue la nota difundida por la Sala de Prensa de la Santa Sede– una radiografía de control que ha puesto de manifiesto la solidificación de la fractura. El resultado final en su conjunto puede definirse óptimo. La recuperación de las funciones, comenzada inmediatamente, se completará con un adecuado programa de rehabilitación”.
Poco a poco, Benedicto XVI podrá recuperar sus facultades para escribir a mano e interpretar algunos arpegios en su piano personal. Los tiempos previstos para la superación del accidente doméstico han sido respetados y el paciente ha aceptado con notable buen humor los inconvenientes de una situación que, sin ninguna otra consecuencia importante, le han aguado, en parte, su período
vacacional.
Como recordarán los lectores, nuestra última crónica situaba al Santo Padre todavía en el Valle de Aosta, desde donde regresó a Castelgandolfo el miércoles 29 de julio para permanecer allí hasta finales de septiembre. En su primer saludo a los fieles de la localidad lacial, el domingo 2 de agosto, recordó la figura de san Juan María Vianney, cuya fiesta litúrgica celebra la Iglesia el 4 de agosto. En la audiencia del día siguiente, el tema principal fue glosar la figura del Santo Cura de Ars, analfabeto hasta los 17 años pero que ya “conocía de memoria las oraciones que le enseñó su piadosa madre y se alimentaba del sentido religioso que se respiraba en su casa”. Ordenado sacerdote a los 29 años, fue enviado al pueblecito de Ars, donde toda su vida fue “una catequesis viviente”. “Los métodos pastorales de san Juan María Vianney –dijo el Pontífice– podrían parecer poco adaptados a las actuales condiciones sociales y culturales. ¿Cómo podrá imitarle un sacerdote hoy en un mundo tan cambiado?”.
Fecunda creatividad pastoral
“Si entonces –prosiguió Ratzinger– había una ‘dictadura del racionalismo’, en la época actual se registra en muchos ambientes una especie de ‘dictadura del relativismo’. Ambas son respuestas inadecuadas a la justa petición del hombre de usar plenamente su razón como elemento distintivo y constitutivo de la propia identidad. El racionalismo fue inadecuado porque no tenía en cuenta los límites humanos y pretendió elevar a la sola razón como medida de todas las cosas, transformándola en una diosa; el relativismo contemporáneo mortifica la razón porque de hecho llega a afirmar que el ser humano no puede conocer nada con certeza más allá del campo científico positivo. Hoy, sin embargo, como entonces, el hombre, ‘mendigo de significado y realización’, está continuamente en búsqueda de unas respuestas exhaustivas a las preguntas de fondo que no deja de hacerse”.
En las palabras previas al Angelus del domingo 9 de agosto, Benedicto XVI fue aún más lejos en la descripción del mundo moderno evocando las figuras de san Maximiliano Kolbe y de santa Teresa Benedicta de la Cruz (la filósofa alemana Edith Stein), ambos muertos en el campo de concentración nazi de Auschwitz. “Los campos de exterminio –dijo a los fieles– pueden ser considerados los símbolos extremos del mal, del infierno que se abre en la tierra cuando el hombre se olvida de Dios y le sustituye usurpándole el derecho de decidir qué cosa es buena y qué cosa es mala, de dar la vida o la muerte. Sin embargo y por desgracia, este fenómeno no queda circunscrito a los lager. Ellos son la punta culminante de una realidad más amplia y difundida de perfiles a veces difuminados. Los santos que brevemente he recordado nos hacen reflexionar sobre las profundas divergencias que existen entre el humanismo ateo y el humanismo cristiano; una antítesis que atraviesa toda la historia pero que a finales del segundo milenio, con el nihilismo contemporáneo ha llegado a su punto culminante, como han percibido algunos grandes literatos y pensadores y como algunos acontecimientos han demostrado ampliamente”.
Nuevo nuncio en Venezuela
Cumpliendo una tradición introducida por su predecesor Juan Pablo II, Benedicto XVI celebró la Eucaristía el 15 de agosto, festividad de la Asunción de María, en la iglesia parroquial de Castelgandolfo, donde llegó a pie, dando ocasión a los fieles congregados a saludarle más de cerca y manifestarle su cariño. Estaba acompañado por el secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone.
Dos días después se hizo público el nombramiento de monseñor Pietro Parolin, vicesecretario para las Relaciones con los Estados desde noviembre de 2002, como nuncio apostólico en Venezuela. Desde hace semanas e incluso meses se barajaba la noticia de que este eficiente diplomático vaticano (nacido en Schiavon, Vicenza, en enero de 1955) iba a abandonar su cargo para ocuparse de una Nunciatura importante; así lo exige la praxis, sobre todo teniendo en cuenta que llevaba ya casi siete años en tan delicado puesto. En cierto modo, su suerte estaba ligada a la del asesor de la Secretaría de Estado, monseñor Gabriele Caccia, recientemente nombrado nuncio apostólico en el Líbano.
Si de retraso puede hablarse en la confirmación del nombramiento de Parolin, la razón hay que buscarla en Caracas, donde el presidente Chávez está ya al corriente de que el Papa le envía como representante a un hombre avezado en los más arduos diálogos con dirigentes políticos (por sus manos han pasado, entre otros, los dossiers calientes de las relaciones con China y Vietnam).
El nuevo vicesecretario para las Relaciones con los Estados, por debajo de Dominique Mamberti, es el italiano Ettore Balestrero, de 43 años de edad.
EL ÚLTIMO DE LA ‘SECRETARÍA-SODANO’
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En el nº 2.672 de Vida Nueva.