Ha sido una sorpresa total. No creía que pudiera sucederme esto. Fue un Capítulo muy especial, con una gran representatividad de los cuatro continentes en los que estamos presentes y de los grupos combonianos que están emergiendo, como el africano o el latinoamericano. Esta presencia es significativa, ya que en el Capítulo anterior sólo hubo un par de representantes provenientes de África. Ha habido una inquietud grande para seguir las líneas de búsqueda a nivel de la misión y de nuestra identidad como misioneros en este momento del Instituto y del mundo. Esto fue lo que nos preocupó más. La cuestión del equipo de dirección fue secundaria. Primero definimos qué es lo que queríamos hacer y luego pensamos con quién llevarlo a cabo. Creo que el Consejo que ha salido del Capítulo es muy representativo de la realidad del Instituto. Hay un ex provincial de Italia, un padre etíope y un hermano médico. Quedan así recogidas las distintas identidades de nuestro carisma comboniano: la vida misionera vivida dentro del ministerio sacerdotal y la vocación del religioso consagrado, que son los hermanos.
Es usted el primer Superior General de los Combonianos no europeo…
Sí, la mayoría de nuestros superiores habían sido italianos, aunque tuvimos también un escocés y un portugués.
¿Piensa que su nombramiento sigue la tendencia de la Iglesia, que vive un auge en Latinoamérica y África mientras baja en Europa?
Podría ser una lectura, pero visto desde dentro de los combonianos, la situación es diferente. En el Instituto hay una fuerte conciencia de la intuición que Comboni vivió desde sus inicios respecto a la misión. Él consideró siempre la misión una unión de fuerzas. De hecho, gran parte de su trabajo consistió en recorrer Europa para buscar gente que quisiera ir a la misión. Hubo un grupo grande de italianos desde el comienzo, pero también hubo personas de otros muchos países. Incluso Comboni dice en sus escritos que la misión que él ha soñado no puede ser portuguesa, italiana o española; no se identifica con la nacionalidad, sino que debe ser vista como un don del Espíritu, como una gracia y bendición de Dios. Es ése el acento que nosotros ponemos. Que yo sea latinoamericano no creo que sea una respuesta a esta emergencia de nuevas fuerzas dentro de la Iglesia o del propio Instituto, que son, además, un hecho.
Vocaciones
¿En qué zonas están consiguiendo nuevas vocaciones?
¿Y cómo es la situación en Latinoamérica?
Hay dos grupos muy significativos. El primero es el mexicano; de hecho, en la congregación, los combonianos de este país somos los más numerosos después de los italianos. En México hubo un descenso años atrás, pero ahora la situación repunta y es más consistente. En Centroamérica, pese a que contamos con una presencia muy pequeña, constantemente ha habido nuevas vocaciones. En los Estados Unidos también contamos con nuevos candidatos, lo que nos da esperanza. El segundo grupo mayoritario en postulantes viene de Brasil, Ecuador y Perú. Allí se han mantenido las estructuras de formación y cada año ofrecen al Instituto nuevas vocaciones.
¿Es la misión todavía atractiva para los jóvenes?
Sí lo es, siempre que se entienda y comparta. En ese momento, la misión engancha, es como un virus que te afecta al corazón y ya no te lo puedes quitar. Eso no significa que haya multitud de jóvenes esperando dedicarse a ella. Si somos capaces de transmitir un mensaje creíble, seguro que habrá jóvenes que se entusiasmarán. Ocurre siempre que hay un misionero que vive con alegría su labor, inmediatamente hay gente que quiere seguir sus pasos. La juventud de hoy es capaz de afrontar grandes retos. El secreto de la misión no es ir a enseñar doctrinas o poner en pie proyectos, sino ser testigos de Alguien que nos ha cambiado la vida y nos ha hecho ser felices.
¿Cree que el retroceso de la Iglesia en Occidente puede llevarle a convertirse en tierra de misión?
Concienciación
¿Considera que la Iglesia es suficientemente consciente de esta situación y está preparada para afrontarla?
A nivel de las diócesis, hay todo un movimiento en el que la misión se ha redescubierto como una tarea también del cristiano que vive en Occidente. La misión ya no es vista simplemente como un desplazamiento geográfico, sino como un anuncio del Evangelio que se debe hacer en cualquier parte. Creo que las diócesis y los Institutos han tomado conciencia de ello. El peligro que yo veo es que se diluya el mandato misionero que hemos recibido de Jesús.
¿Piensa que Internet puede ser también un lugar para la misión?
Sí, es un campo donde se están realizando experiencias muy bellas. Existen espacios en los que se interpela a la humanidad con la buena noticia que estamos llamados a contar. El mundo de hoy necesita conocer el Evangelio y a Jesucristo. Esto lo ha dicho el Papa tantísimas veces… Tenemos una buena noticia que decir al mundo. Todos los medios son válidos para ello. La cuestión es que estos medios exigen un nivel de preparación y conocimientos que a veces no alcanzamos. Hay, en cualquier caso, iniciativas estupendas. Nosotros hemos fundado en el sur de Sudán una radio católica que, con pocos recursos, lleva la Palabra de Dios a esta zona. No tiene los medios que existen en Occidente, pero es un proyecto eficaz. Es un hermano español el que lleva adelante esta iniciativa. También en Latinoamérica tenemos revistas y realizamos pequeños programas de televisión y de radio, que después son difundidos a distintas emisoras. Hay muchísimas posibilidades.
¿Cuáles van a ser sus líneas básicas durante los próximos seis años al frente de los combonianos?
¿Qué proyectos tiene en mente?
Esta identidad y espiritualidad se ha de ver en los proyectos de salud y educación que tenemos en nuestras provincias. Nuestras nuevas iniciativas van, sobre todo, en defensa de la justicia y de la paz. Como misioneros somos testigos de situaciones muy crueles y no podemos quedarnos callados. Nosotros debemos estar lo más cerca posible de las personas y adaptarnos a las circunstancias en que ellos viven, renunciando a las comodidades que podamos tener.
Sínodo Africano
¿Cómo interpreta las 57 proposiciones finales con las que se concluyó el reciente Sínodo sobre África?
No lo he podido seguir muy de cerca porque coincidía con nuestro Capítulo, pero tuvimos la posibilidad de encontrarnos con alguno de los obispos que participaron en él. Como combonianos, nos encontramos muy en sintonía con la idea tratada de que no se puede hablar de justicia, paz y reconciliación si no se hace a la vez un trabajo de ayuda a la dignidad humana. Creo, además, que el Sínodo ha dejado un buen sabor de boca. Está claro que se le ha querido dar un papel de protagonista a la Iglesia africana. Así, podremos descubrir la gran riqueza del cristianismo en África, que no responde a nuestros esquemas occidentales o latinoamericanos. Es, como decía el Papa, un pulmón que revitalizará a la Iglesia.
En el nº 2.683 de Vida Nueva.