(Camilo Maccise– Ex presidente de la Unión de Superiores Generales)
“Además del apego enfermizo a un modo de celebrar la Eucaristía, sorprende que se quiera hacer en latín, lengua muerta, que no entienden la mayoría de los que piden que se use. Con razón, un obispo norteamericano decidió exigir un examen de latín a los sacerdotes que quieran utilizarlo”
A mediados de octubre de este año, presidida por el prefecto de la Signatura Apostólica, se celebró, en la Basílica de San Pedro, una misa en latín por el rito preconciliar. El mes pasado, Vida Nueva reflexionó acertadamente sobre lo que está en realidad detrás de la polémica sobre el uso de la Misa tridentina. No se trata sólo de cuestiones rituales o lingüísticas, sino de enfoques teológicos opuestos: “Dos formas muy distantes de comprender a Dios, la Iglesia, el mundo, el hombre, las relaciones sociales, la libertad de conciencia”.
Quienes defienden la Misa de san Pío V invocan la tradición a partir del Misal tridentino, que “es un híbrido de elementos medievales franco-germánicos que han sido añadidos a un núcleo romano de finales del s. VI”, mientras que el Misal de Pablo VI está más cerca de la antigua norma de los Padres de la Iglesia. Además del apego enfermizo a un modo de celebrar la Eucaristía, sorprende que se quiera hacer en latín, lengua muerta, que no entienden la mayoría de los que piden que se use. Con razón, un obispo norteamericano decidió exigir un examen de latín a los sacerdotes que quieran utilizarlo.
En los años 70, un obispo mexicano, presionado por un grupo tradicionalista, aceptó celebrar una misa en latín, pero predicó también en esa lengua. Al final, los asistentes le reclamaron que hubiera hecho la homilía en latín porque no la habían entendido. El obispo respondió: “Cuando me pidieron la celebración, yo pensé que sabían latín”. Nunca más volvieron a solicitar lo mismo.
Ya Pablo advertía que, si no hubiera un intérprete cuando alguien hablaba en lenguas en las asambleas cristianas, era imposible responderle “Amén” (= Así es), por no entender si lo que se había dicho era bueno o malo (cf. 1 Cr 14, 15-17).
cmaccise@vidanueva.es
En el nº 2.687 de Vida Nueva.
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