Hasta la capital italiana acudieron 800 Superioras Generales de los cinco continentes (465 de Europa, 152 de América, 102 de África, 67 de Asia y 15 de Oceanía), para participar en el encuentro, centrado en el tema Qué bien sé yo la fuente que mana y corre… aunque es de noche, inspirado en san Juan de la Cruz. Sobre esa ‘noche’ explicaba la presidenta de la UISG, Maureen Cusick, en L’Osservatore Romano: “Éstos son tiempos oscuros. Sentimos decir que la oscuridad está cubriendo la tierra. Los terremotos destruyen miles de vidas y de casas, la ceniza volcánica oscurece los cielos, el petróleo contamina los mares, (…) la crisis económica, el terrorismo… Peor aún, hemos escuchado los sucesos de los abusos cometidos dentro de nuestra Iglesia: abusos de niños, de jóvenes, de adultos vulnerables, abusos que vienen de un poder entendido en sentido clerical”.
Frente a estas tinieblas, las religiosas se ofrecen a “anunciar una visión del mundo basada en el Evangelio, en un mensaje de misericordia y compasión. Nos tomamos en serio nuestro papel profético en la Iglesia como mujeres consagradas, para llevar la Palabra de Dios a quienes se encuentran en los márgenes de la sociedad y de la Iglesia”, añadía Cusick.
Durante la última jornada, se presentó el borrador de la Declaración de la Asamblea, que al cierre de esta edición aún no se había hecho público, y se recogieron las sugerencias de las participantes. Asimismo, se postularon las candidatas al Comité Ejecutivo para los próximos tres años.
Entre otros ponentes de esta Asamblea General, han estado el español Ciro García, OCD, Liliane Sweko, religiosa de R.D. del Congo, o el rabino Arthur Green.
En el nº 2.707 de Vida Nueva.