Todos ellos tienen en común haber sufrido amputaciones, y no precisamente en un quirófano: “A finales de enero de 1999, los rebeldes del RUF (Frente Revolucionario Unido) lanzaron una ofensiva contra la capital, Freetown”, recuerda Abraham, que tenía entonces 15 años. “Varios de ellos entraron en nuestra casa y empezaron a violar a una de mis hermanas. Cuando traté de impedirlo, me tiraron al suelo y me cortaron la pierna con un machete”, rememora horrorizado.
Jabati Mambo perdió su brazo derecho el mismo día que Abraham. Hoy es portero de One Goal y demuestra una habilidad extraordinaria parando balones con una mano y un muñón. Abraham es delantero y, como el resto de sus compañeros, apoyándose en sus dos muletas corre como una gacela por el terreno de juego y dispara a puerta con una fuerza imparable.
La ONG One Goal, con sede en Barcelona, se encargó de organizar la logística de traerlos a nuestro país, donde, además de la Ciudad Condal, visitaron Burgos y Madrid. En estas tres ciudades presentaron el documental que lleva el mismo nombre, realizado por el director Sergi Agustí, sobre la experiencia de estos futbolistas que, con su juego, transmiten un mensaje de esperanza y muestran el poder que tiene el deporte para unir y construir la paz.
Pero hay otro juego en el que estos futbolistas, tal vez sin ser conscientes de ello, también ganan: el de impedir que sus propios conciudadanos y el resto del mundo se olviden de las miles de víctimas que sufren en silencio el recuerdo de sus experiencias traumáticas.
Así piensa el misionero javeriano Chema Caballero, con largos años de experiencia en Sierra Leona, que conoce muy bien a bastantes de estos futbolistas: “Los amputados son la única señal visible que recuerda que en el país hubo una guerra, y por eso el Gobierno –con ayuda de algunas ONG que se prestaron a ello– se los llevó a poblados construidos para ellos en zonas apartadas de las ciudades, para que no se les viera”, señala el religioso y colaborador de Vida Nueva. Para Chema, “lo más importante que enseña el deporte es saber perder”.
Y es que África es escenario de horrores sin fin, pero también una fuente de donde fluye reconciliación y alegría con un empuje que sorprende a todos. Tal vez éste es el mensaje con el que los jugadores sierraleoneses de “fútbol a una pierna” llegan más a los aficionados que presencian asombrados sus pases y jugadas.
Más información en el nº 2.710 de Vida Nueva. Goles contra la violencia, íntegro para suscriptores