Porque la religión, la experiencia creyente, no es un “asunto reservado”, sino que “se manifiesta como vivencia personal –que no quiere decir privada–, una dimensión que tiene también una manifestación pública y que, para muchos, es una única realidad”, explica este barcelonés de 60 años.
Hijo de mayo del 68, el actual presidente de la Comisión Ejecutiva del Patronato de la Montaña de Montserrat nunca ha dejado de estar vinculado al mundo de la política desde aquellos primeros años en el Secretariat de Universitaris Cristians, embrión del MUEC (Moviment d’Universitaris i Estudiants Cristians).
Entonces, era un compromiso contra la Dictadura, pero, poco a poco, esa militancia política se tradujo en un paso profesional al sector público. Así, este doctor en Biología, investigador durante una época, acabó trabajando en el Ayuntamiento de su ciudad, en la Diputación…
No ha cambiado López Camps, sin embargo, en su manera de concebir ese compromiso político y la vivencia de su fe. Una actitud que le ha hecho encontrarse “incómodo” con decisiones de su Iglesia y de su partido, pero en ambos lugares ha intentado en lo posible “poder explicar esta incomodidad”.
Entiende la necesidad de una nueva Ley de Libertad Religiosa para España, fruto de “el máximo diálogo y consenso posible, para que sea una ley en que todo el mundo se encuentre cómodo y bien representado”. A ello contribuirá, sin duda, la posibilidad de repensar conceptos (laicidad, laicismo…) y “depurar el lenguaje” (ceremonias ‘civiles’, que no ‘laicas’) que propone en sus Asuntos Religiosos.
Más información en el nº 2.712 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, lea la entrevista íntegra aquí.