(Andrés Cañizález– Caracas) El pasado 27 de mayo se hizo pública la denuncia: existían contenedores con alimentos descompuestos, importados por el Gobierno, en Puerto Cabello, en el centro del país. Según un recuento realizado por el diario El Nacional, el 28 de junio los alimentos descubiertos en mal estado, principalmente, así como también las medicinas, sumaban ya 122.000 toneladas. Para portavoces de la Iglesia católica, este caso simboliza lo pernicioso que resulta que el Gobierno, en su afán totalitario, termine cooptando todos los ámbitos de la vida nacional, incluyendo la actividad económica.
En un comunicado emitido por la presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), el pasado 21 de junio, la jerarquía católica sostiene que este caso de los alimentos y medicamentos descompuestos “es un pecado que clama al cielo, y pone en evidencia el deterioro moral de los organismos encargados”. Y solicita “una averiguación profunda y diligente de lo ocurrido” y que las autoridades actúen “con firmeza y transparencia, tanto en las denuncias como en las investigaciones”.
Se han encontrado alimentos descompuestos en los estados (provincias) de Anzoátegui, Bolívar, Carabobo, Cojedes, Falcón, Mérida, Portuguesa, Yaracuy y Zulia. Se trata, en todos los casos, de alimentos que componen la cesta básica del venezolano: aceite, arroz, azúcar, carne, granos, harina de trigo, leche en polvo, mantequilla, pollo, tomate enlatado y hasta semillas de papa. En los estados de Lara, Monagas y Táchira también se han encontrado medicinas caducadas.
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