La desafección política, en el 17º Informe de la Fundación Encuentro
(Victoria Lara) “Existe una afección, un cariño, hacia la democracia como sistema de valores, pero, por otro lado, existen quejas de la ciudadanía sobre la calidad de esa democracia”. Éste es el diagnóstico que ofrece el profesor Joan Subirats, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona, en relación con la idea, cada vez más evidente en España –aunque también en otros países–, de la existencia de una “desconfianza democrática”. De este problema de fondo parte también el último Informe –España 2010. Una interpretación de su realidad social– elaborado por la Fundación Encuentro, con el que ha colaborado el propio Subirats y que se presentó el pasado 21 de junio en Madrid.
Como prueba de la desafección de la población hacia la democracia, Joan Subirats cita la creciente situación de abstención política, que considera preocupante, sobre todo “si atendemos a que los datos de abstención más graves suelen coincidir con los sectores ciudadanos donde hay más problemas. Es lo que se conoce como sensación de ‘sociedad alejada’”.
Se da, además, el hecho de que han coincidido de forma simultánea diversos cambios que afectan al mundo del trabajo, a las familias, a la configuración social, y que vienen a sumarse a la situación de crisis económica que padecemos, lo que acrecienta la sensación de desconcierto de la población sobre cómo diagnosticar la situación actual y cómo salir de ella. “Da la impresión de que todo está enmarañado, que todas las cosas están vinculadas unas con otras y que es difícil tirar de un hilo sin que salgan muchas más conexiones, muchos otros hilos”, añade el profesor Subirats.
Tal y como se refleja en el informe de la Fundación Encuentro, “el sistema político no funciona como debería. La política está en crisis”. Pero, ¿qué ha ocurrido para que hayamos llegado a esta situación? En opinión del catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, “el elemento clave que explica la situación actual es la asimetría entre el tipo de problemas que tenemos planteados y la capacidad de respuesta de nuestras instituciones ante esos problemas; es decir, tenemos configuraciones de problemas globales y capacidades de respuesta local-estatales”.
¿Qué hacer? Una idea de la Fundación Encuentro y que Subirats comparte es “nunca imaginar que la política es sólo cosa de los políticos, porque si los ciudadanos formamos parte del problema, también tenemos que formar parte de la solución. Hemos de ir más allá de una idea de la política como algo institucional y recuperar esa idea de la política como un escenario de resolución de los problemas colectivos, que nos afectan a todos”.
Asimismo, y aludiendo al autor francés Pierre Rosanvallon, hace una propuesta esperanzadora: “En vez de imaginar que la desconfianza hacia la democracia es algo negativo para los países, hemos de imaginar que podemos construir sobre esa desconfianza la capacidad de actuación de la ciudadanía en relación a las instituciones”.
Ante esta situación, la Fundación Encuentro propone “repensar la política y la forma de llevarla a cabo”. Para ello, el Informe plantea “profundizar en la democracia, acercar instituciones y problemas y, por tanto, reforzar la política de proximidad que representan los gobiernos locales, desmonopolizar las instituciones y hacerlas más permeables a las iniciativas sociales, e implicar a la ciudadanía en la resolución de problemas”.
“Necesitamos mejores y más potentes gobiernos locales”, ratifica Subirats, quien asegura que “en Europa, los países que están funcionando mejor ante la crisis son aquéllos que tienen niveles de gasto público en el ámbito local más importantes”. Asimismo, apunta otras ideas para conseguir la mencionada simetría entre los problemas y la capacidad de respuesta: “Una regulación de carácter más global”, ya que las alternativas de respuesta estatocéntricas no parecen capaces de dar solución a problemas globales; “repensar la configuración del Estado que tenemos”; y plantear también “la articulación del ámbito autonómico” ante problemas que exigen una respuesta coordinada.
Además de abordar el tema de la desconfianza democrática, el 17º Informe de la Fundación Encuentro somete a análisis otras cuestiones de la realidad social en España, como la opinión de los ciudadanos sobre el Estado autonómico, la evolución y perspectivas de la Formación Profesional, las profesiones sanitarias, la situación y las perspectivas de las energías renovables, las incertidumbres en torno a las personas mayores y la situación de los adolescentes en la Educación Secundaria (ESO).
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LA IGLESIA Y EL CAMBIO DE ÉPOCA
Una de las ideas que se extraen del 17º Informe de la Fundación Encuentro es que actualmente nos encontramos “en un escenario de transición. Sin demasiadas certidumbres sobre el lugar en el que nos encontramos ni mucho menos sobre el sitio al que nos dirigimos”. Una transición que, sin embargo, para el presidente de la Fundación, el jesuita José María Martín Patino, dista mucho de la que vivió España a finales de los años 70 y principios de los 80: “Tenemos mucha incertidumbre porque todas las épocas son complejas, y cuando se habla de cambio de época es muy difícil aplicar las sentencias y principios que se invocaron en una etapa como la Transición, en la que todo era mucho más claro. No se puede comparar aquella situación con la de ahora”, asegura, en declaraciones a Vida Nueva, quien, como secretario del cardenal Tarancón, vivió en primera persona aquel período significativo de la historia de España.
En sintonía con la tesis de Subirats de que todo está interconectado, Martín Patino afirma que hoy “es muy difícil orientarse cuando todo se mezcla. Los que hablan deberían ayudar a desenmarañar el ovillo, pero ahora no parece que nadie esté dispuesto a ayudarnos, ni los políticos, ni los economistas, ni la Iglesia”. Una Iglesia que, en opinión del religioso, también se ha visto afectada por los múltiples cambios que ha experimentado la sociedad española en los últimos años: “La falta de respeto del Evangelio explica los fracasos y el anticlericalismo desatado que estamos viviendo. No hay más que abrir los periódicos para ver que existe ese anticlericalismo. No digo que se ataque a la religión, se ataca a los eclesiásticos”.
De esta manera, está convencido de que en este cambio de época los cristianos también tendrían que “repensar” su manera de hacerse presentes en el mundo: “Que realmente nos dedicáramos a servir a los pobres, porque hemos delegado demasiado en una institución como Cáritas. Cada uno tiene que ser Cáritas”.
En el nº 2.714 de Vida Nueva.
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