Acaba de regresar de atender durante unos meses la llamada que, tras el terremoto, hizo la Conferencia Dominicana de Religiosos y Religiosas a todos los consagrados para colaborar con sus respectivas comunidades o con alguna de las ONG presentes en Haití.
Hoy, reconoce, la situación no ha variado mucho desde el 12 de enero, cuando el seísmo acentuó la miseria de uno de los países más pobres del mundo. “La situación sigue siendo de pobreza extrema, siguen malviviendo en carpas, poco resguardados de las inclemencias, sin lugares acondicionados para cocinar. La reconstrucción no ha comenzado todavía y lo que más se necesita es comenzar con la construcción de viviendas”.
Felisa se incorporó a la labor que ya vienen realizando las Mercedarias en Haití. “El principal proyecto sobre el que trabajamos allí es de atención y educación en materia nutricional, especialmente en la población infantil. Ahora más que nunca, para levantar el país es necesario que los niños estén sanos y bien nutridos”.
Felisa marchó en febrero y, tras su regreso, realiza labores de divulgación de la situación de aquel país y de la permanente necesidad de ayuda para reconstruirlo tras la catástrofe. Por ello, ha participado en encuentros con grupos, colegios y en parroquias de diversos puntos del País Vasco. Acompañada de una presentación con fotografías de Haití, traslada la situación de las personas que allí han quedado tras el terremoto.
Más información en el nº 2.716 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, lea la entrevista íntegra aquí.