(Jesús Sánchez Adalid– Sacerdote y escritor)
“No me parece criticable divertirse con un deporte que no tiene fronteras y que es entendible por la humanidad. En España estamos de enhorabuena. Pero, ¿sólo fútbol y nada más? No. Sería caer en un hedonismo y un narcisismo que afectarían al sentido común y anularían la capacidad crítica”
Llegó el ansiado triunfo de la Selección Española y bienvenida sea la felicidad momentánea que ha reportado a la nación y la unión más o menos efectiva de muchos españoles. Pero… ¿y mañana qué? Porque, como toda evasión, el fútbol es un triste viaje del placer al deber, una suerte de locura que hace que el hombre sea niño por un rato. Pero no soluciona problemas mayores, ni arregla los entuertos financieros o crea más puestos de trabajo.
¿Y será verdad eso de que el Mundial despierta lo mejor de nuestra humanidad? Seamos realistas y aprendamos del pasado. En 1936, el Mundial fue usado por Musolini y, en 1978, en Argentina, las multitudes festejaban sus triunfos en Buenos Aires, en plena brutalidad dictatorial. Aquí, algunos medios dogmatizaban afirmando que ayudará a superar la crisis. TVE ha repetido varias veces que crecerá el PIB. Seamos serios. No me parece criticable divertirse con un deporte que no tiene fronteras y que es entendible por la humanidad. En España estamos de enhorabuena. Pero, ¿sólo fútbol y nada más? No. Sería caer en un hedonismo y un narcisismo que afectarían al sentido común y anularían la capacidad crítica. Es bueno festejar el triunfo, pero no hasta el extremo de no advertir que llena en exceso espacios en los medios y ayuda a que desinformen y deformen la importancia de la crisis, el paro, la corrupción, el menoscabo de los valores, el relativismo moral y el fallo del sistema educativo. Sigamos soñando con una pelota. ¿O será acaso nuestro miedo lo que nos ata al circo…?
En el n º 2.716 de Vida Nueva.