La conferencia de apertura corrió a cargo del obispo de Astorga y miembro de la Comisión Episcopal de Misiones (CEM), Camilo Lorenzo, sobre Sacerdotes para la misión. Así, tras establecer las bases doctrinales (Nuevo Testamento y Vaticano II), presentó las vías por las que los presbíteros diocesanos encauzan su compromiso misionero: las misiones diocesanas, la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA) y el Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME). Estuvieron presentes también el presidente de la CEM y obispo de Jaén, Ramón del Hoyo, y el director de las Obras Misionales Pontificias y arzobispo de Pamplona, Francisco Pérez.
José Manuel Madruga, director de la revista Misiones Extranjeras y antiguo director del IEME, desarrolló Una espiritualidad sacerdotal para la misión, desde la sacramentalidad del ministerio que evite alternativas falsas, desde la austeridad de medios y desde la inserción clara en sus iglesias de origen y de destino.
Dimensión ecuménica
La dimensión ecuménica también ocupó un amplio espacio. Eloy Bueno, de la Facultad de Teología de Burgos, explicó el sentido de la Conferencia de Edimburgo, “un acontecimiento epocal en la historia del cristianismo del siglo XX, equiparable al Vaticano II”. Es la conclusión, dijo, de una época, la de la misión moderna (apoyada en los valores de la Ilustración y vinculada al expansionismo occidental), y la apertura de una misión nueva, postmoderna, que propone una concepción holística de la misión y una defensa de las diferencias y diversidades (de culturas y religiones) superando la perspectiva unitaria tanto de la modernidad como de la globalización.
Desde el punto de vista concreto y práctico, se presentaron experiencias diversas sobre la confluencia e integración de ecumenismo y misión: Fernando Susaeta describió los logros y las dificultades del diálogo ecuménico en Chad; Catalina López y Manuel Portillo ofrecieron sus experiencias desde la delegación de Ecumenismo de la diócesis de Coria-Cáceres y de la de Sevilla, respectivamente. Hubo, asimismo, testimonios desde la acción misionera directa: el P. Arreche describió su experiencia en el diálogo con el islam y las religiones tradicionales en África, y Humberto Lira, el trabajo ecuménico y misionero en Bolivia.
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(J. L.) En las reflexiones conclusivas de su ponencia, el obispo de Astorga recalcó cuál debe ser la motivación primera de los agentes de pastoral en su trabajo en las misiones y en su colaboración con los misioneros: anunciar a Jesucristo. “Digo esto –apuntó Camilo Lorenzo– porque para algunos sigue rondando la tentación de que no se puede anunciar a Jesucristo si no se solucionan antes los problemas del hambre, la educación, la vivienda, etc. Por eso repito que el objetivo primario, primero y último es anunciar a Jesucristo, aunque simultáneamente se procure mitigar todo lo posible las necesidades del hombre”. Y advirtió que, “cuando esto se oscurece, puede suceder que hablemos de las misiones, pero lo que estamos haciendo es colaborar, más bien, con una ONG, que será una buena obra, pero no lo que la Iglesia entiende por las misiones”.
En el nº 2.716 de Vida Nueva.
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