Sin embargo, hasta que uno de sus protagonistas acaba por admitir tan tozuda evidencia, el nuevo trabajo de Rachid Bouchareb recorre antes la peligrosa senda de los prejuicios. Demasiado frecuentes, aunque temerarios, compañeros viaje en estos tiempos de terrorismo global y aflicción personal. Justificados –argumentalmente, eso sí–, habida cuenta de dónde y cuándo sitúa la acción de su historia: Londres, 7 de julio de 2005, día en el que varias explosiones en la red de transportes de la ciudad dejaron un trágico balance de 56 muertos y varios cientos de heridos.
El cine estadounidense se ha venido asomando ya desde muy diversos frentes al 11-S con sus sobrecogedoras huellas del fanatismo islamista; no así la industria española del celuloide con el madrileño 11-M. Ahora, de la mano de este director parisino de origen norteafricano, le ha tocado el turno a otra fatídica fecha: el 7-J. Claro que aquellos atentados son sólo el pretexto, el punto de partida (además del telón de fondo) de un drama sencillo y contenido que reúne a los progenitores de dos posibles víctimas de ese infausto suceso.
Mientras, uno y otra irán descubriéndose y descubriendo que, a pesar de sus diferencias de raza, lengua y religión, comparten idénticos motivos de alegría, temor o dolor, de los que sus respectivos rostros son el mejor altavoz. Casi en la misma medida en que London river lo es del Londres actual. Porque, incluso admitiendo la excepcionalidad del contexto elegido, la capital británica encuentra aquí un escaparate más próximo a la realidad del que han querido mostrarnos títulos como Notting Hill o Love actually.
FICHA TÉCNICA
TÍTULO ORIGINAL: London river
DIRECCIÓN: Rachid Bouchareb
GUIÓN: Rachid Bouchareb, Zoé Galeron y Olivier Lorelle
FOTOGRAFÍA: Jérôme Alméras
MÚSICA: Armand Amar
PRODUCCIÓN: Rachid Bouchareb y Jean Bréhat
INTÉRPRETES: Brenda Blethyn, Sotigui Kouyaté, Francis Magee, Sami Bouajila, Roschdy Zem, Marc Baylis
En el nº 2.718 de Vida Nueva.