A pesar de todo, en medio de las tragedias intermitentes, la esperanza viva y real aflora por doquier. En cualquier rincón, en los parajes más insospechados, en los lugares más recónditos. Muchas de las comunidades cristianas en estos países se sienten acorraladas, como que ha llegado el momento de plegar las velas, de emigrar a nuevas tierras. Allí donde se pueda decir sencilla y llanamente: “Soy cristiano”. Esto puede parecer una exageración, provocada por eventos aislados. Pero no piensan así los que han emigrado, los que el destino no se lo permite y los que han decidido vivir hasta el final de sus días en donde han nacido.
Extremismo islámico
La visita apostólica de Benedicto XVI a Tierra Santa en mayo de 2009 dio un nuevo impulso a la preparación del Sínodo, a través del cuestionario formulado en los Lineamenta. Con las respuestas, llegadas desde todas las comunidades de la Iglesia católica, se ha elaborado de manera orgánica el Instrumentum Laboris (IL), que servirá de base a los debates sinodales de octubre. Este documento, de 46 páginas con 123 números de referencia, lleva por título La Iglesia católica en Oriente Medio: Comunión y Testimonio. En él se reflejan los aspectos principales de la acción eclesial centrada en tres ejes principales: ‘La Iglesia católica en Oriente Medio’ (IL, 13-53), ‘La Comunión eclesial’ (IL, 54-63) y ‘El Testimonio cristiano’ (IL, 62-117).
El IL fue entregado por el Papa a los miembros del Sínodo durante su visita a Chipre del 4 al 6 de junio de 2010. Un doloroso evento envolvió en la penumbra aquellas jornadas: la horrible muerte de monseñor Luigi Padovese en Iskenderun (Turquía), cuyo asesino decapitó y mostró “el trofeo” gritando: “Alá es grande”.
Retos presentes
Los dos principales objetivos del Sínodo son fortalecer a los miembros de la Iglesia católica (IL, 3-6) a través de la Palabra y los sacramentos, y promover la comunión eclesial entre las diferentes comunidades e Iglesias católicas. Los católicos no viven aislados, sino que comparten la vida, lengua y costumbres con otras comunidades. Por lo tanto, hay dos dimensiones fundamentales: la ecuménica, subrayando la importancia actual del ecumenismo en el contexto de Oriente Medio (IL, 76-84); y la interreligiosa e intercultural: las relaciones con los judíos (IL, 85-94) y con los musulmanes (IL, 95-99).
Nadie duda que éstos son los retos que la Iglesia debe enfrentar. Sin falsas alarmas y con la verdad de los hechos. Sin pretensiones de protagonismo religioso y con la sencillez del diálogo de vida. Sin ambiciones de poder y con la fuerza de la sencillez, el testimonio de las obras y el fuego del amor.
Más información en el nº 2.719 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, lea el reportaje completo aquí.
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