“Tenemos que dejarnos seducir por Jesucristo y convertirnos en sus colaboradores”, añadió durante la presentación, el 13 de septiembre, para indicar la importancia de la oración en un ámbito misionero.
El plan bebe directamente del tema de la JMJ: Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe, de la carta de san Pablo a los cristianos de Colosas. Esta frase, desglosada por Benedicto XVI en su reciente Mensaje a los jóvenes, sirve como referente de la preparación espiritual en todo el mundo. Una labor sobre la que, junto a la oración, la escucha de la Palabra de Dios y el apoyo recíproco, reposa, según el Santo Padre, “la calidad” del acontecimiento. “Entablad y cultivad un diálogo personal con Jesucristo (…), hablad con Él en la oración, confiad en Él. Nunca os traicionará”, animaba.
El alma del evento
Desde que se anunció que Madrid albergaría esta importante cita, se pidió a las congregaciones de vida contemplativa que rezaran por los trabajos de preparación y el éxito de la jornada. Por esa razón, no es de extrañar que la oración siga desempeñando un papel clave cuando se acerca la fecha y que, como apuntó Gregorio Roldán, secretario general de la JMJ y responsable de la pastoral juvenil de Madrid, “los religiosos son el alma” del evento.
También quiso destacar otro de los objetivos del plan: dar una mayor proyección a la acogida a jóvenes procedentes de todo el mundo, implicando así a todas las familias. El encuentro permitirá “un impulso para la evangelización de la sociedad, será un testimonio, en una sociedad desestructurada, de un pueblo que se articula en torno a Jesucristo”, concluyó.
En el nº 2.721 de Vida Nueva.
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