El prelado sevillano ensalzó a la Madre María de la Purísima como “un modelo concreto y cercano de santidad”, quien, pese a haber nacido en Madrid, “vivió la mayor parte de su vida en esta tierra y a la que muchos de los presentes han conocido”.
Un cierto malestar
Amato glosó la figura de la beatificada, destacando su entrega sin reservas a los más necesitados, y recordando pasajes y detalles de su vida en donde se encarnaba su vocación para con los enfermos y los pobres “escondidos en las dolorosas entrañas de esta bella ciudad”.
En otra parte de su homilía, que no pasó desapercibida y ha causado cierto malestar, el prefecto vaticano quiso destacar el buen tino de la religiosa en la dirección de su Instituto “en el difícil período del postconcilio”, indicando que ella “perseveró en la sana tradición (…) rechazando la moda efímera de cambios externos, exentos de eficacia apostólica”. “Mientras todo a su alrededor era un piadoso espectáculo de relajación en la doctrina y en las costumbres, ella fue heroica en incentivar la vida interior de sus Hermanas”, abundó Angelo Amato, quien incluso relató “las humillaciones” que sus monjas recibían de otras religiosas en unos tiempos, a su juicio, “en los que parecía debilitarse la fidelidad a la Iglesia”.
En el nº 2.722 de Vida Nueva.