¿Lo importante es el sitio o el tipo de presencia?
Los religiosos tienen que estar donde la vida vibra, en los cruces de los caminos y, de forma muy especial, donde hay soledad, sufrimiento, dolor o pobreza. Una vez más, lo importante es plantearnos qué tipo de presencia queremos mantener. Quizás en esta situación histórica se nos está pidiendo una presencia humilde, generosa, propositiva, entusiasmante…
Una palabra sobre la distancia de la VR y los jóvenes…
Cuando oigo una explicación simplista y unívoca de la crisis vocacional, desconfío, porque el problema es muy complejo y no hay soluciones mágicas. A veces uno tiene la tentación de pensar que no hay vocaciones porque, en el fondo, no las queremos, no queremos que cuestionen nuestra vida, hábitos, rutinas, puntos de vista, etc. Pero en otras ocasiones, creo que la VR ofrece ámbitos muy atractivos para un joven con verdadero deseo de entregarse totalmente al Señor. Y es eso lo que a veces falla (hay romanticismo, hay deseo de vivir unas prácticas o de vestirse de cierto modo, pero falta el deseo de seguir al Señor sin condiciones). En cualquier caso, lo esencial es que el primer agente y el principal es el Señor que llama.
¿La VR necesita anunciarse?
A mí me preocupa más “qué tipo de Vida Religiosa se vive”, valga la redundancia. Me duelen mucho las críticas infundadas, el desconocimiento de la VR, la falta de gratitud, la crítica maliciosa (que, en el fondo, es un suicidio pastoral y denota una frivolidad tremenda), pero me preocupan más nuestra vida, valores y criterios, nuestra generosidad al servicio de la Iglesia y de la sociedad.
Del Concilio, ¿lo mejor es pasar página?
En absoluto. Nos falta profundizar mucho en lo que afirmó el Concilio Vaticano II sobre la VR y sobre otros muchos temas. Además, los mismos textos conciliares invitan a la creatividad, sugieren, animan, inspiran… El Concilio es siempre fuente de inspiración. Antes era una referencia obligada en nuestros discursos, homilías, programaciones y en nuestros planes. Aunque es lógico que con el paso del tiempo se vaya olvidando un poco (quizás porque lo hemos asumido naturalmente), no deberíamos perder ese punto de referencia básico.
¿Diseñar el futuro o cuidar el pasado?
Éste es un problema muy serio que hemos de afrontar sin demora. A veces los jóvenes sienten que heredan edificios, misiones, colegios y se les cae el mundo encima. Les falta oxígeno y espacio para ser creativos. Hay que reorganizarse con responsabilidad pastoral y eclesial, con sensatez y realismo, pero también con valentía y creatividad, si no queremos quemar a las personas y ofrecer un testimonio equívoco de lo que somos y de nuestra misión. El problema es que estamos muy apegados a casas, conventos y monasterios, a obras determinadas y eso nos va a pasar factura.
¿Qué le suele quitar el sueño a un superior general?
Algunos problemas serios, actitudes, incomprensiones, el nivel del servicio que ofrecemos en nuestras obras apostólicas, etc. A mí, personalmente, me preocupa también la situación de hermanos nuestros (especialmente, si son jóvenes) que viven en zonas de violencia, de peligro o de pobreza extrema. Como prior general me siento muy orgulloso de ellos; como hermano, me preocupan su seguridad y sus vidas.
MIRADA CON LUPA
La cruz no son las dificultades, sino la falta de creatividad para detectarlas y abordarlas. La Vida Consagrada tiene que trabajar más el “idioma de la normalidad”, llamar a las cosas por su nombre. Los consagrados no tenemos que saberlo todo, ni tener respuestas para todo. Un cuerpo débil dentro de la Iglesia, pero con visión y carisma. Son estos dones que nadie, de esta tierra, puede quitar o regalar.
lagonzalez@vidanueva.es
En el nº 2.724 de Vida Nueva.