El triunfo de la normalidad


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Pepe Lorenzo(José Lorenzo– Redactor Jefe)

“El gran éxito de la visita pastoral de Benedicto XVI a Santiago de Compostela y a Barcelona este fin de semana ya se ha conseguido sin que haya pisado aún esas tierras. Se trata del clima de normalidad en el que se va a realizar, lejos de la crispación que hemos vivido durante buena parte de los últimos seis años”

El gran éxito de la visita pastoral de Benedicto XVI a Santiago de Compostela y a Barcelona este fin de semana ya se ha conseguido sin que haya pisado aún esas tierras. Se trata del clima de normalidad en el que se va a realizar, lejos de la crispación que hemos vivido durante buena parte de los últimos seis años en lo tocante a las relaciones entre el Gobierno y la Iglesia católica. Es cierto que hay convocados actos de protesta, a cada cual más original. Bien está. Es de esperar que también en ellos triunfe la normalidad.

Pero esa otra normalidad, la del principio, ha costado, sin embargo, un esfuerzo extraordinario. Atrás quedan (al menos de momento) encontronazos entre políticos y clérigos por razones que no siempre tenían que ver ni con la política ni con la religión y sí con el anticlericalismo de unos y el antiizquierdismo de otros. Al final, los buenos oficios de un puñado de mediadores han hecho posible el giro y dejan en bandeja al Papa la oportunidad de ofrecer su palabra de sentido en un país que contribuyó como pocos a dotar de un alma cristiana a Europa. Y a ella le hablará Ratzinger, a los que aún la sienten así y a aquéllos que se han ido quedando por el camino. Su palabra será para todos, como lo fue en Francia, en Chequia o en el Reino Unido. No vendrá a reivindicar la vieja cristiandad, sino a proponer la validez y necesidad de las religiones en un mundo que centrifuga los valores más esenciales.

Quizás este Papa no se dé en esta visita el baño de masas de su antecesor hace 28 años, un viaje de mayor duración y con escalas también en Santiago y Barcelona. Sería un error no reconocer el indiferentismo religioso que ha crecido en estas tres décadas y, más lamentable aún, no preguntarse por las causas ni afrontarlo como un reto pastoral para dedicarse sólo a los convencidos. El diálogo del cristianismo con las sociedades modernas es uno de los acentos más claros de este pontificado. Y una de las carencias más agudas de la Iglesia en España. Y eso sí que ya no es normal.

En el nº 2.728 de Vida Nueva.

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Especial Visita de Benedicto XVI a Santiago de Compostela y Barcelona