(+ Amadeo Rodríguez Magro– Obispo de Plasencia)
“Ha propuesto que la gran aportación de la Iglesia a Europa, que anda aún buscando nuevas configuraciones y proyectos, sea presentarle una realidad tan sencilla como ésta: ‘Que Dios existe y que es Él quien nos ha dado la vida’, A partir de ahí, el Papa ha construido, en la parte central de su homilía, una página antológica”
La visita de Benedicto XVI ha tenido de todo: alegría, cálida bienvenida, fervor religioso… y hasta algo de polémica, para que no faltara de nada. Todo ha salido según lo previsto. Los que no querían su visita, lo han manifestado. Los que les daba igual, o la han ignorado o se han asomado por curiosidad a los medios de comunicación. Los que le esperaban –una inmensa mayoría– han salido a las calles, han llenado las plazas, han participado en los actos y han seguido la visita con fidelidad ante el televisor. También el Papa ha estado a la altura de lo esperado: ante el fervor de las multitudes, una vez más Benedicto XVI se ha dicho: conviene que Jesús crezca y que yo mengüe.
¿No ha habido entonces nada nuevo en este viaje? Por supuesto que sí. Ha sido un nuevo gesto del Santo Padre hacia España. Nuevo ha sido el calor humano y religioso que ha recibido de los españoles. Pero la novedad fundamental ha estado donde siempre: en sus palabras que, como es habitual, son todas hermosas perlas encontradas en el mar del Evangelio. Las pronunciadas en Santiago y Barcelona son verdaderos tesoros para el hombre, porque a Benedicto XVI le importa mucho la “gloria del hombre” en Dios. Entiendo que son especialmente dignas de ser escuchadas las de la homilía en la misa del Obradoiro. Con ellas ha querido evangelizar al estilo de Pablo en el areópago de Atenas. Consciente de que quizás Dios sea hoy el gran desconocido del hombre y mujer europeos, ha propuesto que la gran aportación de la Iglesia a Europa, que anda aún buscando nuevas configuraciones y proyectos, sea presentarle una realidad tan sencilla como ésta: “Que Dios existe y que es Él quien nos ha dado la vida”, A partir de ahí, el Papa ha construido, en la parte central de su homilía, una página antológica, que será siempre una referencia obligada para todo el que quiera implicarse en la nueva evangelización. Sus palabras han sonado a un verdadero primer anuncio al estilo de Pedro y Pablo.
En el nº 2.729 de Vida Nueva.
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