Además de denuncia, la historia de esta joven también transmite esperanza, pues, gracias a la intervención de la Policía y sobre todo de las Religiosas Adoratrices, ha podido comprobar que “la vida merece la pena vivirla; aunque no se tenga mucho dinero, es mejor vivir tranquila”. “Si me lo propongo, puedo construir otra vida”, cuenta la joven a las religiosas, que distribuyen su testimonio como ejemplo de otros similares.
A dar esa nueva oportunidad están plenamente dedicadas las discípulas de santa María Micaela del Santísimo Sacramento. Primero se creó la Obra Social y después la Congregación de “mujeres consagradas al servicio de mujeres explotadas”, cuya labor cuenta con más de 170 proyectos en 20 países de todo el mundo.
Su iniciativa más reciente es el programa Onna Adoratrices, que se presentó el pasado 14 de octubre en Sevilla. “La situación actual tras el creciente fenómeno de la trata de mujeres para la explotación sexual (entre otras) hace necesaria una respuesta audaz a dicha problemática”, explica la religiosa adoratriz Carmen Belén Moreno García, coordinadora del proyecto, cuyo nombre (‘Onna’) significa ‘mujer’ en japonés.
Esta iniciativa también dirige su atención hacia las mujeres provenientes del ámbito penitenciario de Sevilla en sus permisos de segundo y tercer grado, así como en su libertad condicional o cumplimiento de condena alternativa. A ellas ofrece “una reinserción en la sociedad desde un apoyo cercano y real. Un nuevo tipo de vida que no lleve a delinquir”.
Misión actualizada
Conscientes de esta característica, las religiosas realizan visitas a los lugares donde saben que pueden encontrarlas. Esa cercanía igualmente se percibe en su actitud de escucha permanente, a través del teléfono de atención 24 horas y de la web (www.onnadoratrices.org). El espacio en Internet cuenta con una sección denominada ‘De mujer a mujer’, donde compartir experiencias o retazos vitales. “Estoy intentando escapar pero no puedo”, se puede leer en el texto de una joven obligada a prostituirse por su tío, que la trajo a España diciendo que venía a estudiar en la universidad.
No obstante, Onna Adoratrices comprende otras intervenciones, todas encaminadas, como explica su coordinadora, a “acercarnos a la mujer en situación de vulnerabilidad, acompañándola en el proceso de promoción, crecimiento y liberación, desde el respeto de los derechos humanos, para que puedan alcanzar su integración personal e inserción social”.
Dámaris, la primera mujer no judía que creyó en la resurrección de Jesús y, por tanto, se puede decir que en otra vida, da nombre al proyecto destinado a la acogida, que cuenta con quince plazas. Con las beneficiarias se realiza un trabajo integral de la persona a través de diferentes áreas de actuación (educativa, psicológica, social, formativa, laboral o lúdica). Como última fase de esta labor, la congregación cuenta con el piso de inserción y autonomía ‘Betuel’, un pequeño oasis en el que cuatro mujeres pueden prepararse para la plena autonomía o empoderamiento, proceso que consiste en dotarlas de mayor poder y control de sus propias vidas.
Aunque estas iniciativas cuentan con plazas limitadas, las adoratrices ofrecen ayuda a todas aquéllas que lo necesiten, a través del centro de escucha o las visitas. En su compromiso de no descartar ningún canal de comunicación que pueda resultar eficaz, destaca el cómic. “Una imagen vale más que mil palabras; por eso este recurso quiere ser ‘terapia ilustrada’ en clave de viñetas”. Ésta es la presentación para las dos historietas que van narrando los hechos que suceden a una mujer víctima de trata o de prostitución y que están especialmente dirigidas a quienes no saben leer ni escribir.
El programa Onna Adoratrices pretende, al mismo tiempo, la sensibilización de la sociedad. “Se trata de un proceso lento y, en muchos casos, difícil, pues existen muchos tópicos sociales e impedimentos”, reconoce la coordinadora. A pesar de ello, no ceja en su empeño: “Consideramos que cada hombre, mujer, niño, adolescente, adulto o anciano debe ser consciente del drama de estas mujeres a través de un conocimiento mayor de la problemática y de intentar dejar a un lado todos los prejuicios creados para separar en vez de integrar”. De ahí que en su web, además proporcionar recursos dirigidos a las mujeres destinatarias, se ofrezca una amplia información institucional sobre la labor que las religiosas realizan, la forma de participar en su lucha contra la injusticia, diversos materiales prácticos y un interesante glosario en femenino.
Llamada a la solidaridad
“Queremos que la sociedad se acerque a ellas para que descubran su pobreza, los engaños de los que son víctimas, los abusos que sufren, las amenazas que soportan por miedo y un largo etcétera que nos devuelve la cara más fiel de un Cristo doliente”, añade Carmen Belén Moreno.
Además de al ciudadano de a pie, esta llamada a la solidaridad pretende implicar a empresas, instituciones, administraciones y ONG. Así lo hizo Pilar Casas Navarro, coordinadora de Acción Liberadora de Adoratrices en España y directora de la Fundación de Solidaridad Amaranta, durante la presentación del programa, cuando pidió la participación de todos de cara a “tejer unidos una red de trabajo imprescindible para dar una respuesta al desafío que suponen los fenómenos de la trata y la explotación sexual”. “La osadía es necesaria en la lucha contra la violencia sobre la mujer”, concluyó.
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Estas mujeres –continúa la coordinadora del programa–, “cuando se sienten pisoteadas, rotas, despreciadas por aquéllos que las han usado… encuentran una mano amiga que las acompaña y les dice que tienen capacidades, que pueden levantarse, empezar de nuevo, empoderarse y ser una nueva criatura”.
Esta capacidad para sobreponerse, luchar por una nueva vida es una de las enseñanzas que ha aprendido la coordinadora de ellas. “Nos enseñan desde sus valores como personas, su gran solidaridad, su capacidad de perdón y de amor, su gran de coraje, valentía y audacia para buscar un futuro digno como personas”.
Con respecto a la labor que realiza, ha podido comprobar la importancia de una intervención individualizada y que, algunas veces, lo que realmente necesitan es que se crea en ellas como personas. “Todos y todas tenemos, por el simple hecho de ser persona, unos valores inherentes, sea cual sea nuestra situación y lo que la vida nos ha llevado a hacer”.
En el nº 2.731 de Vida Nueva.