En su homilía, éste pidió a las familias aceptar el “reto histórico” de ser “signos e instrumentos imprescindibles de la esperanza para Europa en una de sus horas más complejas y dramáticas”. En este sentido, advirtió contra los retos a los que han de responder: el aborto, la eutanasia, las rupturas matrimoniales, el distanciamiento en las relaciones sociales, el envejecimiento de la población, la crisis demográfica o el desempleo.
Una conexión con la Plaza de San Pedro permitió enlazar con el rezo del Angelus. Benedicto XVI invitó a los congregados a ser “genuinos servidores del amor que acoge, acompaña y defiende la vida”. Apuntando al modelo de la Sagrada Familia, solicitó de las familias cristianas que sean “auténticos santuarios de fidelidad, respeto y comprensión”.
El encuentro fue criticado por miembros del PSOE, como la portavoz de su Comité Electoral, Elena Valenciano, quien tachó a la jerarquía eclesial de “muy misógina”. La ministra de Sanidad, Leire Pajín, afirmó que el Ejecutivo “ha apoyado más que nunca a la familia, a todas las familias, sean de la naturaleza que sean”.
En el nº 2.736 de Vida Nueva.
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