El realizador francés recrea aquí un trágico suceso de 1996, cuando extremistas islámicos secuestraron y asesinaron a siete monjes compatriotas suyos en Tibhirine, enclave del Atlas argelino donde esta comunidad trapense convivía con la población local. A retratar su sencillo modo de vida, a caballo entre el trabajo y la oración, dedica las primeras secuencias del filme. El huerto, la cocina, la biblioteca, la capilla o un pequeño consultorio médico son testigos de sus quehaceres cotidianos como cristianos (y vecinos) en tierras musulmanas.
Una presentación inicial que no sólo nos regala pinceladas de indudable calidad evangélica sobre su misión en el país magrebí, sino que es la antesala del auténtico nudo argumental de esta cinta: cómo los protagonistas se enfrentan a las amenazas, el miedo y la tentación de huir. Asistimos entonces al honesto proceso de discernimiento –personal y comunitario– de estos religiosos, asaltados por los ataques de pánico, las dudas o el desconcertante “silencio de Dios”, pero que acabarán encontrando en la Palabra y la Eucaristía una respuesta a la altura del compromiso adquirido un día con aquellas gentes.
Hasta alcanzar el desenlace –por conocido, no menos emotivo–, en el que estos discretos mensajeros de paz asumen ya que lo que les queda por vivir allí es “el misterio de la Encarnación”. Lo reconocerá su prior, cuyo testamento espiritual pone el broche de oro con sus premonitorias palabras a De dioses y hombres. Y lo hace a modo de ofrenda, sobre un inmenso manto de nieve. Una bella imagen para cerrar una gran película: inmaculada en su factura y fidelidad a los hechos, y de una sensibilidad escalofriante.
FICHA TÉCNICA
TÍTULO ORIGINAL: Des hommes et des dieux
DIRECCIÓN: Xavier Beauvois
GUIÓN: Etienne Comar y Xavier Beauvois
FOTOGRAFÍA: Carolina Champetier
PRODUCCIÓN: Pascal Caucheteux y Etienne Comar
INTÉRPRETES: Lambert Wilson, Michael Lonsdale, Olivier Rabourdin, Philippe Laudenbach, Jacques Herlin, Loïc Pichon, Xavier Maly, Jean-Marie Frin
En el nº 2.736 de Vida Nueva.
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