Ése es el ejemplo de la pequeña iglesia parroquial de Aldeanueva de San Bartolomé (Toledo), del siglo XVI y estilo gótico tardío, que ha visto después de 17 años cómo el pintor ruso Wladimir Strashko culminaba unos hermosos y coloristas frescos que ocupan todo el ábside y los muros laterales de la nave central a modo de tríptico y que están haciendo que el templo de Aldeanovita –sobrenombre que posee el pueblo– se conozca popularmente como la “Capilla Sixtina” de la Jara, la comarca en la que se inserta, entre Toledo y Extremadura.
El sacerdote mercedario, historiador de arte y director de la revista Caminos de liberación, Mario Alonso Aguado, la describe entusiasmado: “Aldeanovita y su ‘Capilla Sixtina’ de La Jara bien valen una visita –afirma–. El conjunto de la obra de Wladimir es más que notable. En las pinturas murales destacan colores muy vivos, de gran fuerza expresiva; es fácil adivinar paisajes y parajes cercanos a Aldeanovita, y hasta descubrimos rostros de personajes inspirados en lugareños de la zona o en familiares y amigos del propio pintor”.
Para el escritor Juan José Fernández Delgado, también natural de Aldeanovita, sobresale, ante todo, el mensaje catequético que desprenden los murales, dedicados al patrón de la localidad: “Wladimir, desde su posición de artista convertido en teólogo, narra en todo el frontal, como tema central, la elección de san Bartolomé como apóstol y su posterior martirio”.
Coincide básicamente con la opinión que expresa el profesor Martín Recio, que hace las veces de cronista y guía del templo: “Así como las iglesias románicas y góticas son catequesis en piedra, estos murales son catequesis en pintura. Wladimir no sólo es un maestro de la pintura, sino también un teólogo. El arte se hace teología y la teología se hace arte”.
Regalo del artista
Wladimir Strashko finalizó el pasado 19 de noviembre, con la colaboración de un alumno, Borodinov Andre, la ambiciosa obra que había iniciado en el año 1994, invitado por el párroco y uno de los vecinos, José López, con quien se cruzó en San Martín de Montalbán, en donde iba a trabajar en los murales de su iglesia junto a otro pintor ruso. Una discusión con éste hizo que se ofreciera a José López para pintar la iglesia de Aldeanovita.
Alonso Aguado, Fernández Delgado y el párroco, Sergio Tejero, afirman que no ha querido cobrar. Ha sido la parroquia y la colaboración de algunos naturales de Aldeanovita, como José López, los que han proporcionado alojamiento, manutención y han financiado el coste de los materiales para la ejecución de la obra, para la que Strashko ha pintado más de 200 cartones o modelos que ahora quiere exponer en Toledo.
“Es un regalo a su pueblo y mi pintura es un regalo a Pepe”, es lo poco que explica sobre su trabajo el propio Strashko, además de aceptar que en su estilo ha habido una evolución durante los catorce años que, fundamentalmente de noche, le ha dedicado, con algunos parones de idas y vueltas a Rusia. De hecho, es notable cómo en la obra más temprana se observa un marcado estilo renacentista, si bien en la más reciente hay una transición hacia el barroco.
El propio marco arquitectónico, en gótico tardío, ha provocado que Strashko se inspirara en artistas como Velázquez y ‘El Greco’, aunque se puede también notar un notable eco de la pintura muralista tan particular de la Iglesia ortodoxa rusa.
El templo es de una sola nave, dividido en cuatro tramos separados por arcos ojivales y un arco triunfal de medio punto que da acceso al presbiterio, en donde existía un retablo posterior a la Guerra Civil en mal estado que ahora ha sido sustituido por los frescos llenos de color y luz: “Al centro destaca un gran tríptico de influencia renacentista dedicado a honrar la memoria de la vida y el martirio de san Bartolomé, patrón del pueblo y de su iglesia –describe el padre Alonso, empeñado en difundir la nueva imagen de la parroquia–. En el panel central, una arcada abierta rodeada de flores de jara alberga la imagen del apóstol; debajo de él, el sagrario flanqueado por dos ángeles de estilo bizantino que portan las especies eucarísticas del pan y del vino. A la izquierda del espectador, se representa la escena de la vocación de san Bartolomé, acompañado de Felipe en el momento en que recibe la llamada de Jesús. A la derecha, con gran fuerza expresiva, aparece san Bartolomé como protagonista máximo en el momento cumbre de su martirio; el santo es degollado vivo, mientras que su verdugo aparece envuelto en una capa, con una serie de pliegues que destacan por su naturalidad”.
Santísima Trinidad
El eco de la obra ya ha comenzado a notarse, fundamentalmente, por el aumento de visitantes que llegan a Aldeanovita para ver las pinturas. Lo que le sugiere a Martín Recio una reflexión: “El arte expresa la belleza infinita de Dios. La intención del autor es que el hombre, al contemplar las escenas allí representadas, se acerque a Dios. Tenga un encuentro con Jesucristo, que es la salvación y la esperanza para todos los hombres. Wladimir es un maestro de la pintura por el dominio de la técnica del color, la luz, el movimiento, la composición, los rostros de los personajes, la diagonal, el escorzo, el paisaje”.
Tanto para Mario Alonso como para cualquiera que pueda observar los frescos, llama poderosamente la atención la gran cantidad de ángeles que aparecen representados siguiendo las jerarquías celestes. “Además de ángeles y arcángeles –contabiliza el mercedario–, hay cantidad de serafines, con seis alas, y de querubines, con cuatro alas. Por todo ello, bien puede llamarse a Wladimir, ‘el pintor de los ángeles’; un pintor que pinta como los mismos ángeles siendo al tiempo un magnífico retratista”.
Martín Recio añade que “los ángeles aparecen representados con dos, cuatro y seis alas. No hay un número que sirva de modelo. El autor tiene que adaptarse al espacio. Lo que éste da de sí. En el lado izquierdo del tríptico, aparecen tres angelitos portando el libro de las escrituras con un texto de Isaías que Jesús se aplicó a sí mismo”. El texto dice: “El espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido, me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para anunciar a los caídos la libertad (Is, 61, 1)”.
En el nº 2.737 de Vida Nueva.