El rito de beatificación del Venerable Siervo de Dios Juan Pablo II tendrá lugar en el Vaticano el 1 de mayo de 2011, segundo Domingo de Pascua, de la Divina Misericordia, presidido por Benedicto XVI.
Ya se anuncia una afluencia masiva a la ceremonia del 1 de mayo. Apenas se hizo público el anuncio, muchos hoteles de Roma tuvieron que poner el cartel de “completo” y las compañías aéreas vieron cómo se llenaban sus vuelos a la capital italiana en esas fechas.
No estará de más hacer notar que la elevación a los altares de Juan Pablo II responde a una lógica que se ha impuesto en los últimos 150 años de la historia de la Iglesia. De la lista de los diez últimos papas (Pío IX, León XIII, Pío X, Benedicto XV, Pío XI, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II), sólo cuatro han quedado fuera, por ahora, de ese proceso: León XIII, Benedicto XV, Pío XI y Juan Pablo I.
“Que esta institución exalte a casi todos los que la han dirigido desde hace 150 años –notaba en Le Monde el historiador Etienne Fouilloux– constituye en, mi opinión, una forma de autojustificación del papado”.
También podría decirse –pienso yo– que el mecanismo de selección de candidatos en los últimos siglos ha mejorado notablemente y que la calidad personal de los últimos pontífices es sensiblemente superior a la de muchos de sus predecesores. El último papa declarado santo fue Pío V, el hombre de Trento, del catecismo y de la Contrarreforma.
El proceso ha sido el siguiente:
El cardenal Amato responde a las críticas
En unas declaraciones hechas a Radio Vaticano, el cardenal Amato ha respondido así a las críticas sobre una aceleración excesiva de todo el proceso de beatificación: “Por lo que se refiere al rigor y a la precisión en los procedimientos, no se han hecho descuentos. La causa ha sido tratada como las otras, siguiendo los pasos previstos por la legislación de la Congregación”.
“Es más –continúa el cardenal–, si se me permite una mía impresión, justamente para honrar dignamente la memoria de este gran Pontífice, su causa ha sido sometida a un escrutinio especialmente exigente para disipar cualquier duda y superar todas las dificultades”.
La prefectura de la Casa Pontificia ha anunciado que para la ceremonia del 1 de mayo no será necesario pedir billetes. El acceso a la Plaza de San Pedro será libre, y cuando su aforo quede lleno, las gentes se situarán en la Via della Conciliazione y calles adyacentes.
Se calcula que la multitud superará el millón de personas, una buena parte de ellas, procedentes de Polonia.
Más información, en el nº 2.738 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, puede leer la crónica íntegra aquí.
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