(Juan Rubio– Director de Vida Nueva)
Hay euforia entre los católicos británicos. La Iglesia Anglicana está débil. Su origen y estructura no resiste muchas pruebas. La Conferencia de Lambeth es cada vez más ambigua. En una sociedad tan plural como la que se va configurando en el Reino Unido, y en la que Londres es su paradigma, hace falta unir fuerzas.
Uno de los éxitos de la visita de Benedicto XVI el pasado septiembre fue, precisamente, el haberse convertido en “encrucijada”, crossroad de las distintas confesiones que pugnan por tener voz en una sociedad secularizada en la que no falta cierta agresividad religiosa. Pero creo que la euforia debiera ser contenida.
En ocasiones, quienes han sido acogidos en la Iglesia católica son personas con perfiles muy conservadores; sacerdotes y obispos con demostradas líneas involucionistas. El empuje converso tiene que ser discernido adecuadamente en unas Iglesias que ya tienen su propia agonía.
No es fácil juzgar lo que sucede en Inglaterra y habrá que esperar un tiempo para opinar sobre un fenómeno que, esperemos, no sirva para agrietar la comunión eclesial, sino para alimentarla y enriquecerla. Queda mucho que decir al respecto y mucho diálogo y empatía.
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- La crónica del director: El conservadurismo cabalga por el erial
director.vidanueva@ppc-editorial.com
En el nº 2.738 de Vida Nueva.
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