Durante la cita, se pudieron escuchar testimonios sobre las experiencias particulares de la “vida de parroquia”, las características de cada comunidad o feligresía y la actividad y movimiento pastoral de las mismas, así como una serie de aspectos que los asistentes compartieron para obtener una visión conjunta a nivel nacional sobre la situación de las diferentes parroquias.
El padre José Fuentes, secretario para la Pastoral de la CEB, recordó que el hecho de impulsar estos procesos pastorales tiene el propósito de construir un mejor rostro para la Iglesia. “Ustedes –afirmó el sacerdote de origen español– representan a un sector del Pueblo de Dios, a ese grupo de personas comprometidas que trabaja de manera silenciosa día a día por nuestra Iglesia”.
En ese sentido, “hay que creer que las parroquias pueden ser signos concretos, que vivan una auténtica comunidad de fe, que se vea y sienta la presencia del Espíritu en ellas”, añadió Fuentes, aclarando que “es importante incentivar una mayor participación de los laicos en la vida de las parroquias, porque toda la comunidad es corresponsable en este proceso”.
El vicario de la Diócesis de Oruro, Osvaldo Chirveches, por su parte, consideró que el planteamiento de parroquia como comunidad misionera es necesario para una renovación en la línea propuesta por Aparecida: “Ellas [las parroquias] son células vivas de la Iglesia y el lugar privilegiado en el que la mayoría de los fieles tienen una experiencia concreta de Cristo y de la comunión eclesial. Están llamadas a ser casas y escuelas de comunión” (DA, 170). “El I Encuentro, en octubre de 2010, fue alentador, y este II Encuentro es iluminador, porque necesitamos darnos cuenta de que es posible una renovación en nuestras parroquias, y estamos dando nuevos pasos en ese sentido”, subrayó Chirveches.
Para Marcelino Flores, catequista de la Prelatura de Corocoro (con 27 parroquias atendidas por 15 sacerdotes), el mayor problema para hacer pastoral en su diócesis son las distancias entre las parroquias y que los sacerdotes, por tanto, no dan abasto para atender las demandas pastorales de las comunidades. De ahí que catequistas como él tengan un rol importante en la evangelización de las comunidades.
Luis Arteaga, laico delegado del Vicariato del Beni, a su vez, consideró necesario el fortalecimiento de la parroquia, porque es el lugar fundamental para la formación de la vida cristiana. Se trata de “vivir en comunión con diferentes personas, con diferentes carismas, pero con una sola intención que es Cristo”, recordó Arteaga, quien defendió que “cada parroquia tiene su forma particular de trabajo de acuerdo a sus realidades, aunque es importante poder converger de manera global en ciertos puntos de trabajo”.
Centros de misión
Desde Potosí, su vicario pastoral, el padre Marco Abascal, señaló que la propuesta de “modelo de parroquia” es una tónica ya sugerida en el Documento de Aparecida, y que “es importante lograr que las parroquias sean los centros de misión, parroquias descentralizadas donde la familia sea ese motor pastoral que promueva el encuentro con Cristo”.
Este II Encuentro concluyó con interesantes propuestas, entre ellas, por ejemplo, la necesidad de que los párrocos y los laicos colaboradores tomen conciencia de que abrirse a esta renovación no se trata de desechar el camino ya realizado, sino de enriquecerlo e innovarlo de cara a la nueva era de la Iglesia.
Así, renovación de la fe, incentivo y despertar el sentido de vida en comunión son las ideas principales que los delegados rescataron de las reflexiones y propuestas planteadas en la reunión, fijándose como objetivo identificar en las diversas diócesis parroquias que sirvan como modelo para llevar adelante el proceso. Una metodología que permitirá concentrar esfuerzos y sumar aliados, a partir del testimonio vivo de parroquias que, más que explicar la propuesta, la vivirán y mostrarán.
En el nº 2.743 de Vida Nueva.