JOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva
“Vázquez se está estrellando con la intransigencia interna y no se cansa de repetirlo allí donde le pongan un micrófono: le están vetando (Leire Pajín, Bibiana Aído y Elena Valenciano, concretamente) para esa responsabilidad por confesarse católico.”
Ignoro si Francisco Vázquez, exembajador de España cerca de la Santa Sede, reúne los requisitos idóneos para ser un buen Defensor del Pueblo, aunque recuerdo otros nombramientos para cargos más delicados, tanto por parte del PSOE como del PP, mucho más sangrantes. Al parecer, al exalcalde de La Coruña le habían prometido, tras su estancia romana, y con el beneplácito tanto de Zapatero como de Rajoy, acceder a ese puesto, hoy cubierto de manera interina.
Lo que sí creo es que su labor al frente de aquella legación diplomática ha sido positiva, o muy positiva, ayudando a encauzar unas relaciones que bajaban muy revueltas entre el Gobierno y la Iglesia.
Sin embargo, todo lo aprendido durante cinco años al frente de la embajada más antigua del mundo, su habilidad en las loggias vaticanas, unido a su sagacidad natural, no le están valiendo de nada ante sus compañeros de partido. Vázquez se está estrellando con la intransigencia interna y no se cansa de repetirlo allí donde le pongan un micrófono: le están vetando (Leire Pajín, Bibiana Aído y Elena Valenciano, concretamente) para esa responsabilidad por confesarse católico.
Al ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, le cuesta creer estas acusaciones de discriminación religiosa. Es comprensible: de ser ciertas, además de inconstitucionales, irían contra la diversidad y pluralidad de opciones de todo género promovidas estos años desde el PSOE y causarían de inmediato reacciones internas, no solo desde la Secretaría de Movimientos Sociales, donde están enclavados los socialistas creyentes, sino también desde el departamento que impulsa la Alianza de Civilizaciones y, desde luego, desde el Grupo Federal de Cristianos Socialistas. Y desde ninguno de estos estamentos se ha dicho nada. Así, pues, Vázquez, furibundo crítico de la Ley del Aborto (de la vieja y la nueva) y de los intentos de reforma de la Ley de Libertad Religiosa, algo que no todos en el PSOE han pasado por alto, estaría viendo fantasmas. O, en este caso, meigas.
En el nº 2.752 de Vida Nueva.
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