EDITORIAL VIDA NUEVA | Levantar a los caídos, incluir a los excluidos de la sociedad y sanar a los heridos. En eso debería concretarse la Nueva Evangelización a la que viene llamando desde hace algún tiempo la Iglesia latinoamericana y caribeña, y así lo han manifestado los obispos reunidos en Uruguay durante la reciente Asamblea General del CELAM. Porque ofrecer “la Vida del Reino” al mundo de hoy implica responder a sus preguntas y tratar de devolverle la esperanza.
Un desafío de largo recorrido que exige continuidad y persistencia, dos valores imprescindibles para sortear lo que los pastores denominan “procesiones de muerte”: la violencia que a diario provoca el narcotráfico, pero también el desencanto entre las jóvenes generaciones que genera la corrupción, con la consiguiente pérdida de credibilidad de las instituciones. Males que aquejan a un continente más necesitado que nunca del Evangelio de la Pascua.
En el nº 2.755 de Vida Nueva (del 28 de mayo al 3 de junio de 2011).
–
