¡Mírala, viendo pasar el tiempo!

¡Mírala, viendo pasar el tiempo!

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JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | La cantan los viajeros al verla de lejos. La tararean mientras se acercan desde el Retiro o Cibeles: “¡Mírala, mírala, la Puerta de Alcalá!”. Y algunos se atreven a recitar algo más: “Una mañana fría llegó/ Carlos III con aire insigne/ y se quitó el sombrero muy lentamente/ bajó de su caballo/ con voz profunda le dijo a su lacayo/: ahí está, la Puerta de Alcalá/. Ahí está, ahí está/ viendo pasar el tiempo/ la Puerta de Alcalá”. Ya habrá quien susurre a Benedicto XVI esta canción simbólica de la movida madrileña de los ochenta cuando llegue a este lugar que el monarca encargó a Sabatini nada más llegar de Parma, de Nápoles y de Sicilia, en donde había paseado su corona.

En Madrid, su cuna, gobernó con leyes ilustradas, expulsó a los ministros extranjeros, dio mandobles al clero y expulsó a los jesuitas. Y mandó levantar esta arcada, la primera en su estilo tras la caída del Imperio Romano, imitada luego en el Arco del Triunfo de París y en la Puerta de Brandemburgo en Berlín. ¡Una puerta para la Historia!

Era una de las que se abrían a Sol, el epicentro del reino. El grupo musical Suburbano, y más tarde Víctor Manuel y Ana Belén, expresaron un grito de inconformidad. El mismo que no hace mucho, con indignación, lanzaron muchos jóvenes, agrupados en el Movimiento 15-M. Ahí están, desbordados por los hechos, que ni ellos preveían; incapaces de dar cuerpo a sus reivindicaciones, pero con el alma en vilo.

No hay que menospreciarlos. Tampoco sobrevalorarlos. Son los jóvenes españoles. Nunca como hasta ahora la juventud española se había sentido tan desfondada y con tan escasos horizontes, tan falta de ilusión; ni siquiera la juventud que nació en los escombros de la guerra.

Con jóvenes de los cinco continentes,
Benedicto XVI cruzará esta puerta,
invitándolos a adentrarse en la aventura del Evangelio,
con una propuesta valiente en la mano.
Una propuesta de vida

Con jóvenes de los cinco continentes, Benedicto XVI cruzará esta puerta, invitándolos a adentrarse en la aventura del Evangelio, con una propuesta valiente en la mano. Una propuesta de vida. Arraigados en Cristo, firmes en la fe. Y allí plantarán un olivo, una civilización de paz y de amor. Habrá en estos días una fuerte dosis de ilusión y de vida. Aquí, viendo pasar el tiempo, anudarán pasado y presente, con ojos de futuro, con pasos valientes, con nervio vivo. ¡Adelante! El miedo no es propio de la juventud.

La Puerta de Alcalá dará la bienvenida al Papa y a los millares de jóvenes que se darán cita en Madrid cuando quiebre agosto. Son los jóvenes inquietos que no borran de su memoria los zarpazos de una sociedad que los engorda para escupirlos y que, desde su fe, quieren cambiar el mundo.

Cinco grandes arcos. Un arco para cada continente. Al fin y al cabo, se trata de un encuentro internacional. Mejor ha sido que se opte por este escenario y no por el previsto anteriormente, en la Vaguada, con las torres del skyline madrileño de fondo. Es mejor que aquí se abran estas cinco puertas, testigos del tiempo, a los jóvenes del mundo entero.

En ese momento, el Papa, tan amante del arte y del simbolismo, puede señalarles a los cinco jóvenes que lo acompañarán en el camino, las imágenes de los ángeles que coronan el arco, las cuatro virtudes que se enseñorean en lo alto, cuatro virtudes que los jóvenes han de labrar: fortaleza, justicia, templanza y prudencia. “¡Mírala, mírala, la Puerta de Alcalá!”.

En el nº 2.764 de Vida Nueva.

ESPECIAL JMJ 2011 MADRID en VidaNueva.es

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