CARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla
“Benedicto XVI ha dicho a los jóvenes lo que los jóvenes deseaban oír. (…) Las palabras del Papa calaban en el corazón de los jóvenes”.
El protagonista absoluto de esta Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) es Cristo, el Señor. Así lo decía Benedicto XVI en su primer encuentro con la juventud en la Plaza de Cibeles. Y el nombre de Cristo estaría continuamente vivo en todos y cada uno de los mensajes del Santo Padre en este encuentro, verdaderamente histórico, de la Iglesia de España con la juventud de todo el mundo.
Nada más llegar a España, las primeras palabras del Papa fueron como una proclamación de intenciones: vengo para anunciar que Jesucristo es Camino, Verdad y Vida. Y así lo confirmaría una y otra vez: que la llama del amor de Cristo nunca se apague en vuestros corazones; que las palabras de Jesús han de llegar al corazón de los jóvenes, arraigadas en él, y fraguar toda la vida; tenéis que aprovechar estos días para conocer mejor a Cristo.
Él es la exégesis de la Palabra de Dios y de una vida casta, pobre y obediente, les decía a las personas consagradas; en la mirada de Cristo resplandece la verdad que ilumina el camino del hombre, les recordaba a los profesores universitarios jóvenes; que Cristo aumente vuestra alegría y os aliente a estar cerca de los menos favorecidos, recordaba ante las imágenes dolorosas del Vía Crucis; ser apóstoles con Cristo y como Cristo, para ser compañeros de viaje y servidores de los hombres, les urgía a quienes se preparan para ser sacerdotes.
Hay un gesto que habla por sí solo:
el Papa y esos dos millones de jóvenes en silencio,
adorando a Jesucristo
en el sacramento de la Eucaristía.
El dolor solamente puede comprenderse como fruto del encuentro personal con Cristo, decía emocionado a los enfermos y discapacitados; la fe no proporciona solo alguna información sobre la identidad de Cristo, sino que supone una relación personal con Él, proclamaba con fortaleza ante una multitudinaria presencia de jóvenes en la Vigilia de Cuatro Vientos.
Y, en las palabras de despedida, Benedicto XVI hablaba de una experiencia personal: hemos podido comprobar cómo la gracia de Cristo derrumba los muros y franquea las fronteras que el pecado levanta entre los pueblos y las generaciones, para hacer de todos los hombres una sola familia.
Benedicto XVI ha dicho a los jóvenes lo que los jóvenes deseaban oír. Si habían venido desde las más diversas partes del mundo, no había otro motivo de convocatoria sino el encuentro con Jesucristo. Las palabras del Papa calaban en el corazón de los jóvenes. Pero, sobre todo, el misterio de Cristo es el que daba profundidad a su misma vida.
Hay un gesto que habla por sí solo: el Papa y esos dos millones de jóvenes en silencio, adorando a Jesucristo en el sacramento de la Eucaristía. En opinión de muchos, este ha sido el punto central y más significativo del encuentro del Papa con esta Iglesia joven, que no solamente es esperanza de futuro, sino una realidad presente, actual y viva, como se ha puesto de relieve en esta Jornada Mundial de la Juventud…
Decía Benedicto XVI: “Si permanecéis en el amor de Cristo, arraigados en la fe, encontraréis, aun en medio de contrariedades y sufrimientos, la raíz del gozo y la alegría. La fe no se opone a vuestros ideales más altos, al contrario, los exalta y perfecciona. Queridos jóvenes, no os conforméis con menos que la Verdad y el Amor, nos os conforméis con menos que Cristo” (Cuatro Vientos, Vigilia, 20-8-2011).
En el nº 2.765 de Vida Nueva.
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NÚMERO ESPECIAL de Vida Nueva
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