Irlanda había pedido explicaciones en julio al Vaticano por el Informe Cloyne
F.N.C. | Con determinación, pero con humildad. Así ha respondido la Santa Sede a las duras acusaciones vertidas en julio por el Gobierno de Irlanda tras la publicación de llamado Informe Cloyne, en el que se detallan denuncias de abusos sexuales a niños y jóvenes por autoridades eclesiásticas de esa diócesis.
Así, en el texto de respuesta de la Santa Sede, entregado el 3 de septiembre al Gobierno irlandés a través de su representación diplomática en Roma, y que va dirigido a Eamon Gilmore, vice primer ministro de Irlanda y ministro de Exteriores y Comercio, quien había cursado la petición de explicaciones a través de la Nunciatura en su país, se rechazan “las acusaciones infundadas” vertidas en dicho informe, a la vez que se “acogen con espíritu de humildad todas las observaciones y sugerencias objetivas y útiles para combatir con determinación el espantoso delito del abuso sexual de menores”.
“La Santa Sede –sigue la respuesta– está muy preocupada por los hallazgos de la Comisión [de Investigación sobre la diócesis de Cloyne] respecto a las graves carencias en el gobierno eclesial de la diócesis y el trato inadecuado de las acusaciones de abuso”.
La polémica carta
El documento se centra en responder a las acusaciones, que “parecen fundarse principalmente en la relación y la valoración que el Informe Cloyne ha dado respecto a la carta dirigida a los obispos irlandeses el 31 de enero de 1997 por el entonces Nuncio Apostólico, el arzobispo Luciano Storero, relativa a la respuesta de la Congregación para el Clero al documento Child Sexual Abuse: Framework for a Church Response.
La Comisión de Investigación afirma que la mencionada respuesta proporcionó apoyo a quienes disentían de la línea oficial de la Iglesia y fue de poca ayuda especialmente respecto a la denuncia ante las autoridades civiles”. En dicha carta, el nuncio, ya fallecido, ofrecía indicaciones a los obispos sobre cómo afrontar los casos de abusos. Entre ellas, se afirmaba que la obligación de informar a las autoridades civiles planteaba “serias dudas morales y canónicas”.
Y, en este sentido, la respuesta de la Santa Sede afirma: “La Congregación para el Clero expresó reservas acerca de la obligación de denuncia, pero no prohibió a los obispos irlandeses denunciar a las autoridades civiles las acusaciones de abuso sexual de menores, ni animó a los obispos a que no observaran la ley irlandesa”.
La Santa Sede, que “comprende y comparte los profundos sentimientos de enfado y frustración antes las conclusiones del Informe Cloyne”, “desea dejar bien claro que de ningún modo ha obstaculizado o intentado interferir en ninguna investigación”.
En el Informe Cloyne se demuestra que el obispo de esa diócesis, John Magee (uno de los secretarios de Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II), había encubierto al menos una decena de casos de abusos cometidos por eclesiásticos bajo su jurisdicción.
En el número 2.767 de Vida Nueva (artículo íntegro para suscriptores).
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