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Para mí, vivir es Cristo


Una obra de Federico Pastor-Ramos (Verbo Divino, 2011). La recensión es de D. A. Cineira.

Para Mi_ Vivir Es Cristo

Para mí, vivir es Cristo. Teología de san Pablo. Persona, experiencia, pensamiento, anuncio

Autor: Federico Pastor-Ramos

Editorial: Verbo Divino

Ciudad: Estella

Páginas: 596

D. A. CINEIRA | Qué es la teología paulina? Los estudiosos debaten acerca del concepto y divergen sobre su contenido (E. E. Johnson–D. M. Hay, Pauline Theology, 1997; S. E. Porter, Paul and his Theology, 2006). No obstante, nuestro autor considera que Pablo es coherente en su pensamiento y se puede acceder a su experiencia religiosa marcada por la conversión/vocación: Saulo reconoce a Cristo como su Señor y acepta la misión. Fue un místico con una profunda vivencia religiosa, que le llevó a una unión plena con el Señor resucitado y con Dios (Rom 11, 13-36; 2 Cor 12, 1-4).

La disposición del libro es clásica. A partir de los datos de las cartas auténticas, presenta las aportaciones más significativas del apóstol referentes a importantes temas de la fe cristiana: Dios, Jesucristo, el Espíritu, el ser humano, la Iglesia…

Tras una introducción donde aborda la figura del apóstol y la configuración de su pensamiento, expone el tema de la cristología. La muerte y resurrección de Jesús (1 Cor 15, 3-8) constituyeron el fundamento de su fe, plasmada, en parte, en títulos como “Jesucristo”, “Señor” y, especialmente, “Hijo de Dios”, que expresa una dimensión salvífica y una relación entre Cristo y el Padre. Pablo habla, además, de la realidad terrestre de Jesús y su preexistencia, de la encarnación (cristología descendente) y de su exaltación. Su muerte y resurrección tienen una función soteriológica, sin concebir esta muerte como vicariedad, satisfacción, expiación o sacrificio. En su lugar prefiere la expresión “amor y muerte de Cristo” (Rom 5, 5b; Gal 2, 19; 2 Cor 5, 14). Esta acción salvífica se amplía a los seres humanos gracias al Padre (Rom 8, 1; 1 Cor 6, 14; 2 Cor 13, 4).

Este Dios-Padre es autor del plan de salvación. El apóstol asume los rasgos del Dios del AT compatibles con el mensaje de Jesús (uno, trascendente, origen y destino de todo, creador y meta, vivo, que se revela, Dios de Israel), pero resaltará la visión de Dios como Padre de todos los seres humanos (universalismo) y autor de la salvación realizada en la historia. Por su parte, el hombre puede conocer a Dios, lo cual no implica llegar a su esencia, sino tener una relación personal. Junto al Padre y al Hijo, el Espíritu tiene un puesto esencial, pues hace llegar al ser humano la obra salvadora del Padre realizada por Cristo. Gracias al Espíritu, la persona se convierte en ser humano en Cristo, además de otorgarle la afiliación, la libertad y los dones del Espíritu (carismas). Pablo no tiene una doctrina sistemática sobre el Espíritu ni aborda la doctrina trinitaria, sino que pone de relieve la actividad salvadora de los “tres” a favor del ser humano.

Antropología

Los capítulos 4-6 exponen, tras unos conceptos antropológicos básicos (cuerpo, carne, alma, espíritu), la concepción del ser humano sin Cristo y en Cristo. La antropología paulina es teológica y soteriológica: la humanidad se mide por su relación a Cristo. A la luz de esta relación se entiende el significado de la ley, la muerte y el pecado. Así, la ley desvela lo profundo del ser humano sin Cristo, manifiesta la tentación de autosuficiencia e incita a la total confianza en Cristo y en Dios. El ser humano, mediante el Evangelio, reconoce a Jesucristo como su Señor y entabla una relación personal conÉl mediante el amor, llegando a “ser en Cristo”.

Un excurso cuestiona la justificación como el centro de la antropología soteriológica paulina. La justificación sería una de las varias formas con las que Pablo intenta describir la condición fundamental del ser humano en Cristo y la gratuidad de la salvación. El apóstol emplea otras expresiones para hablar de la condición fundamental del ser humano en Cristo: libertad, redención, filiación y vida nueva. Pero es difícil pensar que la justificación tuviera en la mente de Pablo un puesto tan central como se ha pretendido.

La salvación es personal, pero se vive en fraternidad, por lo que posteriormente aborda el tema de la Iglesia local y universal. La presencia activa del Espíritu en la comunidad, vínculo de unidad en la diversidad (1 Cor 12), hace que la Iglesia aparezca como cuerpo de Cristo. El libro concluye con la vertiente práctica y concreta de las acciones humanas en la vida del creyente, que han de estar guiadas por las virtudes “fe, esperanza y amor” (1 Cor 13, 13; 1 Tes 1, 3), es decir, las actitudes básicas de donde brotan las conductas éticas.

A pesar de la dificultad para abordar la teología paulina, ya que existen distintas perspectivas, la adoptada es perfectamente legítima y enriquecedora, al estilo clásico temático de T. R. Schreiner (Paul, Apostle of God’s Glory…) e incluyendo las aportaciones de la gran monografía de J. D. G. Dunn y de otros estudiosos españoles, especialistas en san Pablo. El libro presenta, además de las ideas heredadas y asumidas por el apóstol, los temas donde se constata una mayor impronta paulina y relevancia en su pensamiento, tal y como los desarrolla a la luz de las circunstancias históricas de las comunidades. Lógicamente, se podrían haber incluido otros capítulos con cuestiones tan significativas como la historia de la salvación, la reconciliación, la apocalíptica, la cruz, el Evangelio…, tópicos muchos de ellos interrelacionados con los ya expuestos.

Agradecemos a Federico Pastor-Ramos, reconocido estudioso y apasionado del apóstol san Pablo, que presente a los lectores hispanos su labor de investigación y reflexión llevada a cabo durante muchos años, facilitando así el acceso a las aportaciones exegéticas más modernas. Esta voluminosa obra servirá para adentrarse y profundizar en el pensamiento teológico paulino de tal forma que el lector pueda afirmar con el autor: “Para mí, vivir es Cristo”.

En el nº 2.767 de Vida Nueva.

Actualizado
08/09/2011 | 15:48
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