JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | No están de moda los obispos auxiliares, como lo estuvieron en aquellos años 60, en los que su figura era semilla de futuro y, sus nombramientos, goles en la portería de un régimen que quería seguir manteniendo el derecho de presentación.
Extrañamente han salido para Sevilla y Terrassa y quedan pendientes Santiago de Compostela, Oviedo, Valencia, Zaragoza, Bilbao, Alicante y Getafe. No solo el trabajo acumulado de los titulares hay que tener en cuenta en sus nombramientos. También el talante pastoral de la mitra con la que habrán de colaborar, para que no se conviertan en acólitos silentes, en candidatos eternos, en paños de lágrimas.
Su figura está rehabilitada por el Concilio, pero no parece que hoy en España sea muy reconocida. Puede ser escuela y mucho tiene de diseño. Habrá que apostar por ellos desde su juventud y no dejar que diócesis como las citadas se vean privadas de su trabajo.
Y mientras tanto, en Ourense, siguen a la espera de un titular que no llega, dejando una sensación poco apropiada a una Iglesia que no merece este olvido; o más que olvido, este juego de intereses que es el que, al parecer, está en el tablero de esta Iglesia gallega.
- La crónica del director: Es la hora de curar las heridas en Donosti, por Juan Rubio
En el nº 2.771 de Vida Nueva.
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