JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | Mi crónica semanal del pasado 6 de octubre ha motivado una avalancha de cartas de lectores. En la mayoría de ellas se muestran “indignados, tristes o decepcionados”. Otros dicen estar de acuerdo. La crónica se titulaba: Es la hora de curar las heridas en Donosti. Me refería a la necesidad de restablecer la comunión en aquella diócesis, herida no solo por un nacionalismo excluyente, sino también por el poco tacto demostrado en el nombramiento de su obispo, a quien aconsejo un cambio de actitud.
He releído la crónica y no encuentro nada ofensivo. He citado a un teólogo vasco que tiene derecho a opinar, aunque desde otra óptica. No encuentro delito en pedir un esfuerzo más en la comunión, incluso al propio prelado. A lo que no renuncio es a pedir amplitud de miras y caminos convergentes. Me niego a admitir un nacionalismo excluyente.
La recia religiosidad de aquellas tierras es su aval de futuro. No puede estar la Iglesia secuestrada ni por un báculo ajeno a la realidad ni por un sector del clero que ha hecho del nacionalismo una religión. Solo busco que las heridas se curen, y pedir una serena autocrítica no es delito alguno, sino una opción legítima y fraterna.
director.vidanueva@ppc-editorial.com
- La crónica del director: Políticos cristianos en una nueva etapa, por Juan Rubio
En el nº 2.773 de Vida Nueva.