CARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla
“Si una institución, un organismo debe ser ejemplo de libertad de expresión, de saber escuchar ideas diferentes, de tener un verdadero sentido democrático, es esa cámara en la que están representados los distintos ciudadanos”.
Así, dicho en alemán, que suena como a más importante y, por tanto, menos propio el mal ejemplo que de tan significativo organismo hemos recibido. Un grupo de parlamentarios no quiso asistir al discurso de Benedicto XVI en su reciente visita a Alemania. Las últimas razones, ellos las sabrán, pero resulta un tanto extraño que una institución, que debe ser paradigma de apertura, de saber escuchar opiniones diferentes, se niegue a recibir la visita del Papa.
También en el Parlamento español hemos tenido algunas “perlas” dignas de ser olvidadas lo antes posible, pues tampoco favorece en nada la muy alta consideración que debemos tener con la Cámara de los diputados. En ese hemiciclo se presentó una propuesta de ley, sugerida por algunos parlamentarios, para reprobar las palabras del Papa acerca de algunas cuestiones. Increíble, pero cierto.
“También en el Parlamento español
hemos tenidos algunas ‘perlas’
dignas de ser olvidadas cuanto antes”.
La Madre Maravillas de Jesús iba a ser canonizada, declarada santa. De joven había vivido en unas dependencias que, actualmente, forman parte del edificio del Parlamento. La Mesa del Congreso se negó a poner una placa conmemorativa. Preferimos olvidar las razones que se dieron para tan poco democrática decisión.
En otro ámbito, grupos laicistas quisieron poner en guardia, nada menos que al fiscal general del Estado, para que estuviera atento y vigilara las palabras que el papa Benedicto XVI podría decir en su visita a España.
Lo de la cortesía parlamentaria ya pueden suponer ustedes dónde queda con esta serie de acciones. Si una institución, un organismo debe ser ejemplo de libertad de expresión, de saber escuchar ideas diferentes, de tener un verdadero sentido democrático, es esa cámara en la que están representados los distintos ciudadanos. Pues no, en esta casa, tolerancia cero con lo que a uno no le gustaría oír.
Si el papa Benedicto XVI acudía al Parlamento Federal Alemán era para responder a la invitación que desde esa alta cámara se le había cursado. No era, por tanto, un intruso, sino un ilustrísimo invitado. Así fue recibido y el plante de unas minorías no pasó de lo anecdótico, aunque fuera tan alardeado por algunos sectores de la opinión pública y de los medios de comunicación.
Y el Papa hablaría a los diputados alemanes sobre los fundamentos de un Estado liberal de derecho. Era lo apropiado en una cámara representativa, donde los políticos tienen que proponer y apoyar las condiciones básicas para una convivencia en paz.
Decía Benedicto XVI: “El cristianismo nunca ha impuesto al Estado y a la sociedad un derecho revelado, un ordenamiento jurídico derivado de una revelación. En cambio, se ha remitido a la naturaleza y a la razón como verdaderas fuentes del derecho, se ha referido a la armonía entre razón objetiva y subjetiva, una armonía que, sin embargo, presupone que ambas esferas estén fundadas en la Razón creadora de Dios” (Discurso ante el Reichstag, Berlín, 22-9-011).
En el nº 2.774 de Vida Nueva.