Un libro de Aquilino Bocos Merino (Publicaciones Claretianas, 2011). La recensión es de Camilo Maccise.
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Un relato del Espíritu. La vida consagrada postconciliar
Autor: Aquilino Bocos Merino
Editorial: Publicaciones Claretianas
Ciudad: Madrid
Páginas: 301
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CAMILO MACCISE | El P. Aquilino Bocos Merino nos ofrece aquí un panorama completo de la Vida Consagrada (VC) a partir del Vaticano II. Se trata de una visión en la que se mezclan la perspectiva teológica y los caminos recorridos, con luces y sombras, por quienes han vivido su consagración religiosa en los últimos 50 años. El autor une la reflexión teórica con la experiencia de quien, habiendo sido superior general de su congregación y miembro del Consejo de la Unión de Superiores Generales (USG), ha estado en contacto con la realidad de la VC en todos los continentes.
El resultado es una obra que ayuda a la generación conciliar a tomar conciencia de los senderos transitados tanto en la reflexión como en la praxis para renovar su carisma, don del Espíritu para servicio de la Iglesia. A las generaciones más jóvenes, que no vivieron el período conciliar e inmediato postconciliar, les ofrece una visión sintética de lo que ha significado el esfuerzo por renovar la VC a la luz de los signos de los tiempos con una fidelidad creativa al carisma fundacional. Les hace comprender las exigencias de un compromiso renovador con sus éxitos y fracasos, y les ofrece una ayuda para continuar transitando con audacia y esperanza los caminos por los que el Espíritu guía hoy a la Iglesia y, dentro de ella, a la VC.
El libro está dividido en dos partes. La primera es un panorama histórico de las etapas recorridas a partir del kairós conciliar. Se parte de la propuesta del Vaticano II sobre la Vida Religiosa para analizar su recepción y adaptación, hechas bajo la guía del magisterio que acompañó a los consagrados con documentos iluminadores que guiaron la búsqueda y el discernimiento en los capítulos generales y en la renovación de las constituciones.
De manera particular se analiza el Sínodo sobre la Vida Consagrada y se pone de relieve la riqueza de la exhortación postsinodal Vita Consecrata (1996). También se subraya el influjo de los sínodos sobre el sacerdocio, los laicos y los obispos, que ayudaron a tomar conciencia de la eclesialidad de la VC en una Iglesia de comunión.
Se alude al congreso de jóvenes religiosos y religiosas que ayudó a ver el futuro desde su perspectiva. También al congreso internacional de 2004 –centrado en la Pasión por Cristo, pasión por la humanidad–, que, junto con la celebración del Jubileo del año 2000, convierten la espiritualidad en objetivo primordial de los consagrados.
Se cierra la primera parte con un capítulo sobre el momento actual: “¿A dónde nos lleva el Espíritu?”. Como respuesta, señala cuatro necesidades: vivir para evangelizar, la reestructuración en los institutos, la interculturalidad y el diálogo en sus diversas formas.
Tres referencias
La segunda parte (“Entre luces y sombras. Balance del proceso recorrido”) tiene como telón de fondo la experiencia vivida por las personas consagradas y sus institutos a partir del Vaticano II. En siete capítulos, Bocos habla sucesivamente de tres referencias de base: la convicción de que el Espíritu es el principal guía y protagonista, la ayuda de la Iglesia para no errar el camino de renovación y la necesidad del diálogo dentro y fuera del instituto.
Menciona el misterio pascual dentro del cual se inserta la renovación de la VC y que, por tanto, explica las contradicciones, sufrimientos e incluso ataques a los consagrados también dentro de la Iglesia. Se echa de menos aquí una constatación: las tensiones con la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCSVA).
unque en el capítulo segundo de esta parte se afirme que “el secular contencioso entre obispos y religiosos se ha suavizado, pero no ha dejado de estar presente”, cuando se habla de la ayuda y el estímulo de la CIVCSVA (p. 157) solo se indica lo positivo y se omite algo que incluso el actual prefecto ha reconocido: que dicho dicasterio vaticano, durante los últimos veinte años, se cerró al diálogo con la VC, impidió que los consejos de la USG y de la UISG (Unión Internacional de Superioras Generales) hablaran directamente con el Papa, y favoreció a las minorías conservadoras, acusando a los consagrados de secularización.
Trata con acierto el lado sombrío de la renovación, que tiene como punto de partida la incertidumbre sobre la propia identidad. En el lado luminoso de la “refundación” está la aceptación teórica y práctica de los aspectos fundamentales de misterio (consagración), comunión y misión. Están también la opción por los pobres, la opción por la misión ad gentes e inter gentes y la fraternidad universal.
Signos de novedad
Signos de novedad en la VC son para el autor la vivencia consciente del misterio trinitario; la centralidad de la persona de Jesús; la apertura al Espíritu, que descubre los votos como alianza en el amor; la eclesialidad confesada y ejercida; el tener la Palabra de Dios y la liturgia como alimento espiritual; la fraternidad; la humanización de las personas consagradas; la fidelidad creativa al carisma de los fundadores; y la importancia capital de la misión evangelizadora. El proceso renovador sigue abierto y exige que se vivan la mística y la profecía.
Concluye el libro, cuya lectura recomiendo, con tres convicciones y tres lecciones. Las convicciones son, según el autor, el hecho de que la VC es don y tarea, la convicción de que somos buscadores de los caminos del Espíritu, y la experiencia de la visita de Dios en estos años postconciliares. Las tres lecciones son: que la VC se reafirma caminando, que hay que caminar juntos para crecer y hacer Iglesia, y que hay que “frecuentar el futuro” a través de los signos del Espíritu en nuestro presente.
En el nº 2.777 de Vida Nueva.