MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | “A la tercera va la vencida”, pensaría Mariano Rajoy la noche del pasado domingo 20 de noviembre. Tras las derrotas de 2004 y 2008, las undécimas elecciones generales le convertían en el sexto presidente de la democracia al frente de un PP que, tras obtener una holgada mayoría absoluta (186 diputados, superando incluso a la de José María Aznar en el año 2000), concentrará el mayor poder institucional desde la Transición.
En una situación solo comparable a la de 1982, cuando el PSOE de Felipe González reunió una mayoría absoluta de 202 diputados y gobernaba en numerosas comunidades y municipios, el PP une a su victoria la presidencia de 11 de las 17 comunidades –pendientes de las autonómicas de marzo en Andalucía, donde ahora, por primera vez, se ha impuesto al PSOE por 33 a 25 escaños– y un número de alcaldías –3.317 por mayoría absoluta– que suponen más de un 40% del total del país.
Pero el triunfo popular no se fraguó tanto por su propio crecimiento –550.000 sufragios más respecto a 2008–, sino por la debacle socialista –que perdió hasta 4,3 millones–. Y es que el partido que contaba con José Luis Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno en las dos últimas legislaturas y con Alfredo Pérez Rubalcaba como candidato a sucederle, se quedó en 110 diputados (por los 169 con que contaba en 2008, ante los 154 del PP), el peor resultado de la democracia, aún por debajo de los 118 que el PSOE obtuvo en las primeras elecciones libres, en 1977.
Rubalcaba, desde la sede socialista de Ferraz y sin querer hacerse acompañar por su equipo de trabajo, asumió la derrota y pidió la convocatoria de un congreso ordinario del partido, instando para ello a su aún secretario general, el presidente Zapatero, quien al día siguiente lo confirmó para febrero. Al no pronunciarse el candidato sobre si así se abre la veda para un proceso de elección de un nuevo líder en el PSOE ni si él mismo estaría dispuesto a participar como candidato en ese debate, arreciaron las especulaciones ante el futuro próximo del partido.
Discurso institucional de Rajoy
Rajoy, antes de saludar a los cientos de simpatizantes que se congregaron frente a la sede popular, ofreció un discurso institucional dirigido al conjunto de los españoles. Con tono tranquilo, prometió gobernar “sin sectarismo”, “con humildad” y haciendo que el “esfuerzo” para superar “la más delicada coyuntura de los últimos 30 años” sea “repartido y equitativo”.
El presidente electo también tuvo un mensaje de confianza dirigido a los socios de la Unión Europea (UE) y a los mercados, asegurando que España cumplirá con sus compromisos y demandando más protagonismo en la toma de decisiones. Y es que, paradójicamente, pese a la amplia cuota de poder adquirida, el nuevo Gobierno nace con la amenaza de un posible rescate económico.
Si el viernes 18, cuando se clausuró la campaña electoral, la prima de riesgo en nuestro país se situaba en niveles cercanos a los de Italia –donde el Gobierno de Berlusconi, como el de Grecia, ha tenido que dar paso a un equipo de tecnócratas no elegidos en las urnas–, la situación no cambió en demasía el lunes siguiente a las elecciones, que amaneció con descensos en las Bolsas y un nuevo incremento de la prima de riesgo. La evolución de los índices económicos, de aquí a la constitución de las Cortes el 13 de diciembre, podría marcar de un modo definitivo al nuevo Gobierno aún antes de que este naciera.
Crecen los partidos minoritarios y nacionalistas
Más allá de la disputa entre los dos grandes partidos, el resultado electoral dejó significativas conclusiones, siendo la principal que el hundimiento del PSOE posibilitó el crecimiento de los partidos minoritarios y de los nacionalistas. La abstención –que aumentó en más de dos puntos respecto a 2008, quedando en un total del 71,69% el índice de voto– y la bifurcación del voto socialista hacia otras opciones políticas posibilitaron que el próximo Congreso de los Diputados cuente con hasta 13 formaciones. Una diversidad que no se daba desde 1989.
Hasta cuatro partidos nuevos tendrán presencia en las Cortes: con un escaño, Compromís-Equo (fruto de la unión de los valencianistas de izquierda con el nuevo partido ecologista); el Foro de Ciudadanos (FAC) que, presidido por el expopular Álvarez-Cascos, gobierna en Asturias; y Geroa Bai, nacido tras la escisión de Nafarroa Bai emprendida por Uxue Barkos, que continuará como diputada.
Y, con siete diputados, Amaiur, uno de los partidos que con más fuerza entra en el Congreso. La fuerza abertzale, que aglutina a Bildu (la marca legalizada de Batasuna) y a Aralar (escisión de Batasuna en 2001 al rechazar claramente la violencia), representa a un colectivo que llevaba alejado del Congreso desde 2000, tras su posterior ilegalización. El anuncio de ETA de abandonar definitivamente las armas (a expensas de su disolución definitiva) ha beneficiado a las fuerzas soberanistas, en especial a Amaiur, que suma más diputados (seis, más el obtenido en Navarra) que el PNV, con cinco.
En el País Vasco, socialistas y populares (que mantienen por primera vez a un lehendakari no nacionalista, Patxi López) se encuentran con el fuerte descenso de los primeros (de nueve a cuatro escaños) y el estancamiento de los segundos, que se quedan con tres.
En Cataluña se ha producido un panorama similar: suben los nacionalistas –CiU, por primera vez, se “impone” en unas generales; en este caso, pasa de 10 a 16 representantes– y caen los socialistas, que pierden hasta 11 diputados (de 25 a 14). Por su parte, el PP crece (de 8 a 11 escaños), aunque a un nivel menor en comparación con el resto del país. ERC mantiene sus tres diputados e ICV asciende de uno a tres.
Los otros grandes beneficiados fueron Izquierda Unida y UPyD. En el caso de IU, con un exponencial incremento de diputados: de dos a 11. Gracias al voto de quienes antes apoyaron al PSOE y beneficiándose de una posible incidencia del Movimiento 15-M, el partido encabezado por Cayo Lara experimentó una recuperación histórica, que no se registraba desde 1996, cuando, con Julio Anguita, alcanzó los 21 escaños. Desde entonces, todas las citas electorales marcaban una caída cada vez mayor. Su hasta ahora portavoz en el Congreso, Gaspar Llamazares, se mantendrá en el mismo tras sacar su escaño por Asturias.
Críticas a la Ley Electoral
Pese a la satisfacción, IU criticó la Ley Electoral argumentando que en un sistema de circunscripción única habría tenido 25 diputados. Una queja a la que se sumó UPyD. El partido fundado en 2007 por Rosa Díez (hasta ahora, su única representante en el Parlamento), pese a haber alcanzado más de 1.140.000 votos y ser el cuarto partido con más respaldos, ha logrado cinco diputados (cuatro en Madrid y uno en Valencia, para el actor Toni Cantó) que, a expensas de un posible acuerdo, no le serían suficientes para tener grupo parlamentario propio, al no haber llegado al 5% de los sufragios establecidos por la ley. UPyD, con la Ley Electoral que reclama junto a IU, habría sumado 17 escaños.
En lo que coincidieron todos los partidos es en que la 12ª legislatura habrá de ser la de la respuesta definitiva a la crisis. Uno de los retos más importantes con los que nunca se ha enfrentado nuestra democracia.
En el nº 2.778 de Vida Nueva.
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