Una obra de Francisco José Alarcos Martínez (dir.) (Comares, 2011). La recensión es de José Ramón Amor Pan.
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Objeción de conciencia y sanidad
Coordinador: Francisco José Alarcos Martínez
Editorial: Comares
Ciudad: Granada
Páginas: 119
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JOSÉ RAMÓN AMOR PAN | La ofensiva ideológica promovida por los socialistas de Rodríguez Zapatero en temas tan sensibles como el aborto o la muerte digna, sin olvidarnos de Educación para la Ciudadanía o la libre dispensación en farmacias de la píldora del día después, ha hecho renacer el interés por la objeción de conciencia.
Por desgracia, como señala Paco Alarcos en la presentación de este libro, “generalmente su análisis se realiza desde posturas que buscan más la defensa de una posición previamente asumida que profundizar en las razones y sinrazones de la misma”: un error en el que incurre, tristemente, el propio Comité de Bioética de España en el documento publicado el 13 de octubre pasado, donde se observa una notable desconfianza respecto a esta fundamental institución de la vida moral, con expresiones como “poner coto y controlar”, como si fuera algo que el médico impone al paciente; como si solo merecieran consideración y respeto los derechos de los pacientes.
Por el contrario, el libro que nos ofrece la Cátedra de Bioética de la Facultad de Teología de Granada es un ejercicio serio y profundo sobre la materia. Consta de cuatro capítulos, el primero a cargo del propio Alarcos (coordinador de la obra), que realiza un documentado repaso por la conciencia moral, la epiqueya, la exaltación del yo autónomo, los máximos felicitantes, la hipernormativización de nuestra sociedad y la reformulación de sus fines como claves para entender el contexto en el que se produce el actual debate sobre la objeción de conciencia.
A Diego Gracia, como en otras obras colectivas, le corresponde hacer la historia de la objeción de conciencia y, en su exposición, alerta contra las seudoobjeciones y las criptoobjeciones.
Francisco Oliva y Enrique Bravo analizan el ordenamiento jurídico español, así como nuestra jurisprudencia, particularmente la del Tribunal Constitucional y la del Supremo, en relación a esta materia. Finalmente, el maestro Eduardo López Azpitarte reflexiona sobre objeción de conciencia y creencias religiosas.
Esta obra, pues, no ejerce una bioética complaciente, no se pliega a las presiones ideológicas, es un buen texto sobre el asunto objeto de análisis. Termino recogiendo lo que afirma al respecto el Código de deontología médica aprobado hace unos meses: “El reconocimiento de la objeción de conciencia del médico es un presupuesto imprescindible para garantizar la libertad e independencia de su ejercicio profesional” (art. 32).
En el nº 2.781 de Vida Nueva.
