JOSÉ MIGUEL NÚÑEZ, SDB | Al echar la vista atrás en este año que está a punto de terminar, me doy cuenta de que guardo en la retina, a modo de fotografías, algunas imágenes que bien podrían resumir lo que ha sido este 2011 desde el punto de vista eclesial. Me quedo con cinco de ellas:
- El Atrio de los Gentiles, un espacio novedoso para el diálogo fe-cultura. La iniciativa impulsada por Benedicto XVI y coordinada por el cardenal Gianfranco Ravasi, con vocación de perdurar en el tiempo, fue inaugurada en la capital francesa el 24 de marzo. La experiencia ha sido especialmente relevante para la Iglesia del siglo XXI que busca caminos de encuentro con el hombre contemporáneo. Nuestro mundo se ha convertido en un gran atrio de los gentiles. Como en París, la metáfora del diálogo con los no creyentes, nuestras calles y plazas son hoy una gran encrucijada en la que los cristianos estamos llamados a dar razón de nuestra esperanza. Sin parapetos. Sin fundamentalismos. Solo con la audacia de la fe que busca nuevos espacios para re-proponerse con humildad y en libertad.
- Costa de Marfil, entre la locura y el olvido. El país africano ha vivido en 2011 una de las crisis más duras de su historia reciente, al recrudecerse el conflicto político y la violencia tras las elecciones presidenciales de noviembre de 2010. Se produjo una auténtica limpieza étnica y más de 1.000 personas murieron en el oeste del país durante los cinco meses posteriores a los comicios. Más de 150.000 desplazados huyeron del conflicto. La Iglesia estuvo en primera línea cuando las agencias internacionales de ayuda humanitaria no pudieron responder inicialmente a la urgencia. Más de 30.000 personas se refugiaron durante meses en la única parroquia católica de Duekoué. Quedará para siempre en nuestra memoria la llamada dramática de los misioneros y la denuncia del exterminio para que esta locura no quede en el olvido. Es un símbolo de todos los conflictos, guerras, genocidios y vulneración de los derechos humanos en los que la Iglesia, en cualquier parte del mundo, sigue comprometida en una lucha sin cuartel para hacer emerger un mundo más justo y con más oportunidades para todos.
- Cáritas, el rostro más solidario de la Iglesia frente a la crisis económica. Especialmente en nuestro país y en este 2011, la crisis se ha cebado con los más débiles y con familias enteras aplastadas por la lacra del paro y la pobreza. Allí donde las instituciones no llegan, los subsidios no alcanzan ni los políticos resuelven, Cáritas se hace cercana a los más desfavorecidos con una implicación efectiva en la transformación social. Auténtica punta de lanza de una Iglesia solidaria, nuestros hermanos y hermanas dan la batalla cotidiana al fantasma de la desocupación, el hambre, el frío y la miseria. La atención a personas sin hogar, la defensa del colectivo inmigrante, la ayuda directa a familias sin recursos, la implicación con las situaciones de catástrofes mundiales, la promoción de la justicia o la concienciación social son solo algunos de los campos en los que miles de voluntarios se implican en primera persona, haciendo de la solidaridad una forma de vida. Cáritas nos dice a todos que otro mundo es posible.
- Las Jornadas Mundiales de la Juventud, una fiesta de fe y esperanza. Una experiencia única, irrepetible, de las que te ensanchan el corazón. Participaron jóvenes cristianos venidos de todos los rincones del mundo a una ciudad amable y acogedora. Percibimos en aquellos días del mes de agosto el rostro de una Iglesia joven, comprometida y audazmente creativa. Una Iglesia respetuosa y abierta, acogedora y plural. Una Iglesia encarnada en miles de peregrinos que traían entre sus manos la realidad de sus contextos y el anhelo de una humanidad nueva. Una Iglesia evangelizadora, portadora de buenas noticias para la vida y la esperanza de las personas. Y en nuestra retina quedará la imagen de un Papa joven, de un anciano que expresó en su palabra y en su sonrisa toda la fuerza de su debilidad. Benedicto XVI quiere a los jóvenes y los jóvenes lo quieren. Será porque les habla de Dios y su hablar es creíble.
- La Vida Consagrada es expresión de comunión. Contemplativos y en el corazón del mundo, los consagrados y consagradas amamos profundamente la Iglesia. En ella somos y vivimos nuestra alianza con el Señor. Fieles al Magisterio, fieles al Papa, fieles a la comunidad cristiana. Hoy, como muchos cristianos en Occidente, vivimos a la intemperie nuestra fe. Y hace frío. Algunos nos culpabilizan y nos auguran un pronto final. Hemos de reconocer errores. Hay cosas que cambiar. Pero necesitamos la fuerza eclesial para afrontar dificultades e impulsar la renovación que nuestros institutos han acometido con ilusión y esperanza. Las Jornadas Nacionales de CONFER en este año 2011 han sido una palabra de comunión, nítida, sin ambages, que expresa lo que sentimos y vivimos: somos en el corazón de la Iglesia.
Cinco fotografías, cinco historias en la historia de este año que termina. Un tiempo para agradecer a Dios, dador de todo bien, que sigue sosteniendo a la Iglesia y haciendo de ella un signo universal de salvación en medio del mundo.
En el nº 2.782 de Vida Nueva. Número especial Navidad–Fin de año 2011