EDITORIAL VIDA NUEVA | La Iglesia de Sudán ha denunciado que el reciente secuestro de dos de sus sacerdotes no es un hecho aislado, sino que forma parte de una estrategia definida de represión interna contra los cristianos. ¿Obra de quién? Del Gobierno, que, lejos de enfrentarse a la grave crisis económica que atraviesa el país africano, ha emprendido una nueva cruzada –ley islámica en mano– para someter a un férreo control y a sus caprichosas medidas a los pocos fieles que quedan en el norte.
Aunque todo indica que este acoso es solo otro episodio más en el plan trazado por Jartum para desestabilizar a la ya independiente Sudán del Sur. Una nación que, mientras, amenaza a su vecinos con paralizar la producción de petróleo, con el consiguiente aumento de la tensión y la sombra de la guerra al acecho.
La historia lleva camino de repetirse ante la ya conocida indiferencia del mundo. ¿Qué hacer? Al menos, no dejar que caiga en el olvido.
En el nº 2.786 de Vida Nueva. Del 28 de enero al 3 de febrero de 2012.
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