Un libro de Lázaro Albar Marín (Desclée De Brouwer, 2011). La recensión es de Francisco Armenteros.
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Hacia la orilla de Dios. Camino de crecimiento espiritual
Autor: Lázaro Albar Marín
Editorial: Desclée De Brouwer
Ciudad: Bilbao
Páginas: 256
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FRANCISCO ARMENTEROS MONTIEL | Los rasgos que marcan esta obra de Lázaro Albar Marín son: vida espiritual, ascética y mística, lo psicológico, el progreso en la santidad, la vida como la mar –con tempestades o en calma–, y las bienaventuranzas. De ahí su cuidado título, porque la orilla de Dios son las bienaventuranzas –y para llegar, hay que atravesar el mar–, y el subtítulo: estar en continuo crecimiento.
En la santidad, el progreso espiritual supone luchar, esforzarse; en particular, evitar lo que el autor califica, acertadamente, de “tentaciones del discípulo de Jesús”: aburguesamiento, acepción de personas, envidia, impaciencia, improvisación, no consultar ni escuchar, la doble vida, la mediocridad…
En este capítulo, entre otros, demuestra Albar la larga experiencia en la atención a las almas en su Diócesis de Cádiz y Ceuta. Le honra al autor reconocer la deuda que tiene con el P. Manuel Ignacio Galtier, su maestro, al que dedica el libro como homenaje. Se apoya en fuentes muy variadas: Magisterio, santos y autores clásicos (Kempis, Royo Marín) y “de moda” (Grün, el hermano Roger de Taizé, Ruusbroec…).
Su labor en el Seminario y en el Secretariado Diocesano de Grupos de Oración le lleva a afirmar que “el corazón de la Iglesia quiere llegar a todos, por eso necesita formar orantes y ‘maestros de espiritualidad’ que puedan acompañar a otros”.
Aunque queda planteado en unas páginas previas al prólogo y a la introducción, hay que llegar al final para precisar que las bienaventuranzas son un “autorretrato” de Cristo, en expresión de Martín Descalzo; idea que ya se explica en el Catecismo de la Iglesia Católica: “Él es el modelo de las bienaventuranzas” (n. 459), “las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo” (n. 1717).
El esquema de cada capítulo facilita el que se utilice para retiros o ejercicios espirituales: comentario largo en varios puntos, texto bíblico para meditar, pasaje de lectura espiritual (de algún autor) y preguntas (diez) para examen.
San Ambrosio escribió: “Quien mucho lee y entiende se llena, y quien está lleno puede regar a los demás”. Quizá por esto dice el obispo emérito de Cádiz y Ceuta, monseñor Ceballos, en el prólogo: “Todo lo que se recibe no es para quedárnoslo, sino para darlo a los demás. Se crea así una corriente de contagio y entusiasmo por vivir la vida espiritual. (…) Si coges este libro entre tus manos con cariño, te hará mucho bien”.
En el nº 2.789 de Vida Nueva.