Un libro de José María Rodríguez Olaizola (Sal Terrae, 2011). La recensión es de Dolores Aleixandre.
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Hoy es ahora. Gente sólida para tiempos líquidos
Autor: José María Rodríguez Olaizola, sj
Editorial: Sal Terrae
Ciudad: Santander
Páginas: 168
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DOLORES ALEIXANDRE | La portada del libro ya anuncia bastante de lo que va a ser su contenido: los “tiempos líquidos” se derriten gráficamente junto con un chorro de agua sobre la silueta oscura de un joven de espaldas con sudadera, capucha y brazos extendidos (podría ser fácilmente un “indignado”).
Tampoco es muy necesario que la portada sea tan expresiva, porque el nombre de José María Rodríguez Olaizola ya nos hace esperar un libro ágil, incisivo, directo y que aborde temas de actualidad.
El prólogo nos avisa: “Este es un libro sobre muchas facetas de la vida. Sobre las sociedades y sobre las personas. Sobre la crisis y sobre las historias particulares. Sobre la mente y sobre el cuerpo. Sobre la política. Sobre la fe. Sobre el sexo. Sobre la compasión. Sobre aquello en lo que creemos y aquello que sabemos. Para personas religiosas y para personas no religiosas, siempre que unas y otras sean personas inquietas”.
Una se pregunta, claro, cómo va a poder hablar de todo eso en 168 páginas, pero al final concluye que ha cumplido bastante bien las promesas y ha tratado cada tema al menos como para que queden ganas de seguir pensando en él.
En cuanto a esos destinatarios “no religiosos pero inquietos”, caso de que se decidan a leer algo relacionado con la fe, han dado con el libro indicado: está muy a su alcance, y no van a tener que traspasar esa barrera del argot lingüístico, tan frecuente en los libros de espiritualidad –y no digamos los de teología–, que desanima enseguida a quien no los frecuenta.
Olaizola habla el lenguaje de la calle, especialmente en el mundo de los jóvenes, y lo hace con frases cortas y claras (¿demasiado entre-cortadas a veces?) de esas con sujeto, verbo y predicado, muy adecuadas para los habituados a twittear o facebookear. Pocos hoy día saben explicar así las cosas. Un buen método que usa es el de partir de las preguntas “a ras de suelo” que se hace (nos hacemos) hoy tanta gente, razonarlas y proponer respuestas abiertas a lo cristiano.
Me gustan especialmente los “recuadros didácticos” con finales propositivos y también los “sumarios” que van apareciendo de vez en cuando para que el lector no pierda el hilo de por dónde está; también las críticas atinadas a los tópicos tan en boca de muchos opinantes y que se emiten tan libre y neciamente.
Metáforas con juego
Las metáforas del libro dan mucho juego y gracias a “la cabaña del tío Pepe” de la primera parte (“Lo que está en crisis”), convenientemente desmenuzada, nos queda más claro cómo hemos llegado a la situación en que ahora estamos. Menos mal que respiramos un poco al leer esto: “Como toda crisis, puede ser la ocasión privilegiada para alumbrar algo nuevo”.
Y a eso van dedicadas las otras dos partes del libro: “La hora de las personas” y “Gente de carne y hueso”. El recorrido por la corporalidad que hace al final, aparte de ser un recurso muy bíblico, ayuda a imaginar esa otra manera nueva de estar en el mundo. En “La mirada al espejo”, me han hecho gracia los títulos: “Para ellos” y “Para ellas”. ¿Son un “guiño” a aquellos antiguos best sellers de otro famoso SJ: Para salvarse (ellos) y Para salvarse (ellas)? Aunque quizás al autor, que es joven, no le suenen de nada aquellos tiempos en que, al parecer, nos salvábamos por separado.
Más allá de esta digresión, al acabar de leer el libro, pienso que sería un buen instrumento para trabajar en un grupo de jóvenes, ahora que no sabemos cómo administrar el éxito de la JMJ. A lo mejor si la editorial regalase un ejemplar a cada obispo, a alguno le daba el punto y lo recomendaba en su diócesis.
En el nº 2.790 de Vida Nueva.