JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | No puede servir este viejo dicho del refranero español: “Pájaro que vuela, a la cazuela”. En muchos lugares se ha abierto la veda y se llenan los seminarios de jóvenes, y no tan jóvenes, de otras latitudes. Una cosa es la acogida respetuosa y fructífera y otra la que está falta de discernimiento y sensatez. No todo vale.
Llenar los seminarios con criterios cuantitativos es un peligro. Hay grandes vocaciones forjadas en otras latitudes y que han cuajado aquí. Hay que respetarlas y asumirlas, pero también tener claro el proceso con las debidas informaciones y diálogo con las iglesias de origen.
Los equipos de formadores de los seminarios tienen en esto un reto. Abarca lo académico y lo humano, y no se pueden eludir. Son sacerdotes que han de servir a la diócesis. Otra cosa es la Vida Religiosa o las nuevas realidades eclesiales que comparten formación, pero no misión pastoral, en el futuro.
Las comunidades diocesanas pueden beneficiarse del ardor de estos jóvenes, pero no dejar todo al improvisado reclutamiento porque, al final, la prisa pasa factura y el ansia por llenar los viejos edificios hace que se caigan muchos de los proyectos. Un reto apasionante, pero también un reto cauteloso.
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- La crónica del director: Los curas que queremos y buscamos, por Juan Rubio
En el nº 2.793 de Vida Nueva.