FRANCISCO JUAN MARTÍNEZ ROJAS | Deán de la Catedral de Jaén y delegado diocesano de Patrimonio Cultural
“Gracias a este esfuerzo por rescatar de la neblina del olvido tanto esfuerzo y tanto amor, seguirá siendo posible que las jóvenes generaciones descubran que la clave de la felicidad está en vivir arraigados y edificados en Cristo…”.
Alguien escribió que la muerte no es producto de la vejez sino del desamor y del olvido. Al clásico tópico literario del ubi sunt?, que ponía en evidencia la fugacidad de la realidad terrena con todas sus glorias, el ser humano ha respondido a lo largo de la historia con el denodado esfuerzo por luchar contra esa muerte espiritual que es el olvido, dejando trazas indelebles de su ser y su actuar. Ahí están las fundaciones pías o los monumentos funerarios, por citar algún ejemplo de los canales de perdurabilidad de la existencia humana.
Frente al olvido de la ingratitud humana, decía Romano Guardini que el agradecimiento es la memoria del corazón. Por ello, hay que hacer memoria para agradecer el esfuerzo, la dedicación y la entrega a una causa justa y noble. Y mejor que la del Evangelio de Jesús no hay ninguna.
Por ello, la Delegación Episcopal de Juventud de Jaén ha publicado un libro, La historia de algo grande, que es el resultado final de ese ejercicio de memoria colectiva, en el que en 144 páginas se rescatan testimonios tanto de las personas que han estado implicadas en la organización de la JMJ en Jaén, como de participantes en las diversas actividades.
Gracias a este esfuerzo por rescatar de la neblina del olvido tanto esfuerzo y tanto amor, seguirá siendo posible que las jóvenes generaciones descubran que la clave de la felicidad está en vivir arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe, como rezaba el lema de la JMJ.
En el nº 2.804 de Vida Nueva.