Una obra de Rosino Gibellini (PPC, 2011). La recensión es de Alfonso Novo
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Breve historia de la teología del siglo XX
Autor: Rosino Gibellini
Editorial: PPC, 2011
Ciudad: Madrid
Páginas: 272
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ALFONSO NOVO | El lector de lengua española ya tenía a su disposición desde 1998 la traducción de La teología del siglo XX de Rosino Gibellini. Ahora sale a la luz, en formato más reducido, esta Breve historia, que, según intención del autor, “ofrece las líneas generales… para un público más amplio”.
A lo largo de 38 capítulos, se van presentando de forma sintética las líneas y los nombres principales que han forjado la teología del siglo XX. No están todos, pues tal tarea sería inabarcable, pero sí los más significativos y los más renovadores del panorama teológico del siglo pasado.
Reflejando el curso y relevancia de los hechos, la teología católica no entra en juego hasta el capítulo 16. Y la primera vez que lo hace es para ilustrar el paso del modernismo a la nouvelle théologie. Se podría pensar que, en una historia de la teología del siglo XX, no deberían faltar los modelos teológicos imperantes en la enseñanza durante seis décadas. La razón de esta aparente omisión puede intuirse cuando el autor señala como su propósito fijarse en los momentos “más significativos, en sus temáticas más comprometidas, y en los textos esenciales”. En este sentido, las escolásticas del pasado siglo eran más una teología practicada en el siglo XX que una teología del siglo XX.
Muchos de los capítulos tienen nombre propio, aun cuando los autores representen modelos teológicos que involucran a más personas. Pero hacia el último tercio del libro el enfoque se hace más temático, más centrado en corrientes que en individuos, aunque estos también sean mencionados. Aquí desfilan las que podrían llamarse “teologías de genitivo subjetivo”, definidas no por el objeto del estudio, sino por la perspectiva desde la cual se reflexiona.
Así, la teología de la liberación no es una especulación acerca de la liberación, sino un hacer teología desde la toma de conciencia de la situación de dependencia; del mismo modo que la teología feminista no trata sobre la mujer, sino que más bien es una teología desde lo que significa ser mujer. Algo semejante puede decirse de las teologías africana, negra o asiática.
Pese al protagonismo que en nuestro contexto cultural tienen los autores católicos y protestantes, no omite un capítulo dedicado a la teología ortodoxa; al que sigue otro consagrado a la teología ecuménica, para rematar con la cuestión del diálogo entre las religiones.
Como conclusión se nos ofrece un balance provisional en el que el autor intenta poner orden entre lo que podría parecer una sucesión de resúmenes –aunque no faltan en los mismos capítulos referencias y conexiones entre los distintos autores y corrientes–. Se señalan cuatro movimientos o tipologías de hacer teología.
En primer lugar, la teología de la Palabra o la Revelación, que subraya la trascendencia o incomparabilidad de la revelación frente al pensamiento humano, esto es, la identidad específica de lo cristiano. La segunda tipología une a esto la cuestión de la relevancia, por lo que emplea categorías como existencia, correlación, experiencia o hermenéutica, y que corresponde a lo que se ha llamado “giro antropológico”.
Un tercer modelo profundiza este giro en su dimensión política, con especial acento sobre la ortopraxis frente a la ortodoxia. El último movimiento está representado por las corrientes que intentan descentralizar la teología, asentada tradicionalmente en ámbitos culturales de raíces europeas, para dar voz a la considerada periferia geográfica (Latinoamérica, África, Asia) y social (afroamericanos, mujeres). Y, más allá de la recuperación de la historia, se ha recuperado el discurso cosmológico en las teologías ecológicas.
Se trata, en suma, de un libro recomendable para quien desee una síntesis precisa del transcurrir teológico del último siglo.
En el nº 2.805 de Vida Nueva.