JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | El PIN y el PUK del móvil, la contraseña del ordenador, la clave de la cuenta corriente para la banca digital, el número del iPhone y del iPad. El número secreto de la tarjeta de crédito y el de la puerta electrónica del garaje. Todos conectados con clave, enclavados y apegados a la comunicación rápida, compulsiva, sin reflexión, abreviando, recortando, con emoticonos, con grafías.
El SMS, el WhatsApp, el Messenger, la Blackberry, el e-mail, el Skype, la videoconferencia. Todo es rápido y convulso. Conectados, enredados, con claves secretas, con números personales.
Es la sociedad que nos abraza en un océano de soledad. Y, entre tanto, un sobrecogedor suelto de prensa: anciana muerta desde hace una semana en su hogar. Han sabido de su muerte por el olor. Nadie lo había advertido. Da escalofrío.
Las claves para entender la vida son distintas de los dígitos que la conforman. Si un día perdemos las claves o se nos queda la memoria en blanco, no podremos tener acceso a muchas de las vías por las que hoy transitamos y que producen adicción. Hay, no obstante, claves que no puede perder la amnesia. Son las claves del corazón, capaz de mirar a los ojos y sonreír.
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- LA CRÓNICA DEL DIRECTOR: En Roma hay también palomas, no solo cuervos, por Juan Rubio
En el nº 2.807 de Vida Nueva.