EDITORIAL VIDA NUEVA | Demasiados años relegados, y no solo de las preocupaciones pastorales, hay un clamor en la Iglesia de América Latina y El Caribe en defensa de los pueblos indígenas. Últimos entre los últimos, sus derechos han sido pisoteados y, ahora, se les quiere expulsar de lo único que les queda: la tierra de sus antepasados.
La peor versión de la globalización llega hasta ellas para explotarla sin miramientos hacia las personas ni el medio ambiente, y ello con la connivencia de gobiernos locales.
Frente a ello, la Iglesia, que, sobre todo tras Aparecida, ha reconocido la deuda con estos pueblos, levanta la voz y hace suya una causa que es la de la dignidad de las personas, y que le sirve, además, para hacerse ella misma más “indígena”.
En el nº 2.807 de Vida Nueva. Del 30 de junio al 6 de julio.
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